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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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La iglesia de Cristo 41<br />

Responsabilidad individual y unidad cristiana<br />

Dios está sacando a un pueblo del mundo <strong>para</strong> colocarlo sobre<br />

la exaltada plataforma de la verdad eterna, <strong>los</strong> mandamientos de<br />

Dios y la fe de Jesús. El quiere disciplinar y pre<strong>para</strong>r a sus hijos. No<br />

estarán en desacuerdo, creyendo uno una cosa, y teniendo otro una [30]<br />

fe y opiniones totalmente opuestas, moviéndose cada uno independientemente<br />

del cuerpo. Por la diversidad de <strong>los</strong> dones y ministerios<br />

que él ha puesto en la iglesia, todos pueden llegar a la unidad de la<br />

fe. Si un hombre adopta sus puntos de vista referentes a la Biblia<br />

sin considerar la opinión de sus hermanos, y justifica su conducta<br />

alegando que tiene derecho de profesar sus propias opiniones peculiares,<br />

y luego las impone a otros, ¿cómo podrá cumplirse la oración<br />

de Cristo? Y si otro y aún otro se levanta, y cada uno reclama el<br />

derecho a creer y hablar lo que le place sin referencia a la fe del<br />

cuerpo, ¿dónde estará la armonía que existió entre Cristo y su Padre,<br />

y que Cristo pidió en oración existiera entre sus hermanos?<br />

Aunque tenemos una obra individual y una responsabilidad individual<br />

delante de Dios, no hemos de seguir nuestro propio juicio<br />

independiente, sin considerar las opiniones y <strong>los</strong> sentimientos de<br />

nuestros hermanos; este proceder conducirá al desorden en la iglesia.<br />

Es deber de <strong>los</strong> ministros respetar el juicio de sus hermanos; pero<br />

sus relaciones mutuas, así como las doctrinas que enseñan, deben<br />

ser examinadas a la luz de la ley y el testimonio; entonces, si <strong>los</strong><br />

corazones son dóciles <strong>para</strong> recibir enseñanza, no habrá divisiones<br />

entre nosotros. Algunos están inclinados a ser desordenados, y están<br />

apartándose de <strong>los</strong> grandes hitos de la fe; pero Dios está induciendo<br />

a sus ministros a ser uno en doctrina y en espíritu.<br />

Es necesario que nuestra unidad hoy sea de un carácter tal que<br />

soporte el fuego de la prueba... Tenemos muchas lecciones que<br />

aprender, y muchísimas que desaprender. Sólo Dios y el cielo son<br />

infalibles. Serán chasqueados quienes creen que nunca habrán de<br />

abandonar una opinión acariciada, que nunca se les presentará la<br />

ocasión de cambiar su punto de vista. Mientras sigamos aferrados<br />

a nuestras propias ideas y opiniones con empecinada porfía, no [31]<br />

podremos tener la unidad por la cual Cristo oró.<br />

Cuando un hermano recibe nueva luz sobre las Escrituras, debe<br />

explicar francamente su posición, y todo ministro debe investigar las

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