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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Principios vitales acerca de nuestras relaciones mutuas 427<br />

La dispensación en la cual vivimos debe ser, <strong>para</strong> <strong>los</strong> que lo<br />

soliciten, la dispensación del Espíritu Santo. Pedid su bendición.<br />

Es tiempo de que seamos más ardientes en nuestra devoción. A<br />

nosotros se nos ha encomendado la ardua pero feliz y gloriosa tarea<br />

de revelar a Cristo a <strong>los</strong> que están en tinieblas. Se nos ha llamado a [512]<br />

proclamar las verdades especiales <strong>para</strong> este tiempo. Para todo esto<br />

el derramamiento del Espíritu es esencial. Debemos orar por él. El<br />

Señor espera que se lo pidamos. No hemos emprendido esta tarea<br />

con todo el corazón.<br />

¿Qué puedo decir a mis hermanos en el nombre del Señor? ¿Qué<br />

proporción de nuestros esfuerzos se ha realizado de acuerdo con la<br />

luz que el Señor ha tenido a bien darnos? No podemos depender ni<br />

de la forma ni de la maquinaria externa. Lo que necesitamos es la<br />

influencia vivificante del Santo Espíritu de Dios. “No con ejército ni<br />

con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de <strong>los</strong> ejércitos”.<br />

Orad sin cesar, y velad mientras obráis en armonía con vuestras<br />

oraciones. Al orar, creed, confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia<br />

tardía, cuando el Señor concederá su Espíritu en abundancia. Sed<br />

fervientes en la oración, y velad en el Espíritu. *<br />

¿Cómo hemos de seguir a nuestro Maestro <strong>para</strong> aprender de él?<br />

Podemos escudriñar su Palabra y familiarizarnos con su vida y sus<br />

obras. Debemos recibir sus palabras como pan <strong>para</strong> nuestras almas.<br />

En todo lugar donde se coloque al hombre, el Señor Jesús nos ha<br />

dejado sus huellas. Hacemos bien en seguirlo. Debemos albergar<br />

el Espíritu por el cual él habló. Debemos presentar la verdad tal<br />

como es en Jesús. Debemos seguirlo especialmente en la pureza de<br />

corazón y en el amor. El yo debe estar escondido con Cristo en Dios;<br />

entonces, cuando Cristo, que es nuestra vida, se manifieste, también<br />

apareceremos con él en gloria (Special Testimonies to Ministers and<br />

Workers, N o 9). [513]<br />

Palabras de saludo *<br />

A <strong>los</strong> hermanos reunidos en el congreso de la Asociación<br />

General celebrado en 1913.<br />

Mis queridos hermanos,<br />

* [Estudio adicional: Primeros Escritos, 36-39, 269-273.<br />

* [The General Conference Bulletin, 33, 34 , 1913.]

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