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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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424 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

perder de vista, por otra parte, el hecho de que sin la lluvia tardía, que<br />

llena la espiga y madura el grano, la cosecha no estaría lista <strong>para</strong> la<br />

siega, y las labores del sembrador habrían sido inútiles. Se necesita<br />

gracia divina al comienzo, se necesita gracia divina a medida que se<br />

avanza, y sólo la gracia divina puede completar la obra. No hay lugar<br />

<strong>para</strong> que descansemos en actitud descuidada. Nunca debemos olvidar<br />

las amonestaciones de Cristo: “Velad en oración”, “Velad... en<br />

todo tiempo orando”. El contacto permanente con <strong>los</strong> instrumentos<br />

divinos es esencial <strong>para</strong> nuestro progreso. Podemos haber recibido<br />

cierta medida del Espíritu de Dios, pero mediante la oración y la<br />

fe debemos tratar de obtener una porción más abundante. No debemos<br />

cesar nunca en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no<br />

asumimos la actitud necesaria <strong>para</strong> recibir tanto la lluvia temprana<br />

como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad será<br />

solamente nuestra.<br />

“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía”. No os conforméis<br />

con la idea de que la lluvia va a caer a su debido tiempo. Pedidla.<br />

El crecimiento y la maduración de la semilla no dependen del<br />

agricultor. Sólo Dios puede madurar la cosecha. Pero se requiere<br />

la cooperación del hombre. La obra de Dios en favor de nosotros<br />

demanda la actividad de nuestra mente, y que ejerzamos fe. Debemos<br />

requerir sus favores con todo el corazón si deseamos que las<br />

lluvias de gracia desciendan sobre nosotros. Debiéramos aprovechar<br />

toda oportunidad de ubicarnos en el canal de bendición. Cristo dijo:<br />

“Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo<br />

en medio de el<strong>los</strong>”. Las convocaciones de la iglesia, tales como las<br />

asambleas generales, las reuniones de la iglesia local, y todas las<br />

oportunidades en que se trabaja personalmente por las almas, son las<br />

ocasiones señaladas por Dios <strong>para</strong> dar la lluvia temprana y la tardía.<br />

Pero nadie piense que por asistir a esas reuniones su deber ya<br />

está cumplido. El asistir solamente a todas las reuniones que se<br />

realizan, no implicará bendición <strong>para</strong> el alma. No es ley inmutable<br />

que todos <strong>los</strong> que asisten a reuniones generales o locales reciban<br />

grandes provisiones del cielo. Las circunstancias pueden parecer<br />

favorables <strong>para</strong> un abundante derramamiento de las lluvias de gracia.<br />

Pero Dios mismo debe ordenar que la lluvia caiga. Por lo tanto, no<br />

debemos escatimar la súplica. No debemos confiar en la forma en<br />

que comúnmente actúa la providencia. Debemos orar <strong>para</strong> que Dios

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