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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Principios vitales acerca de nuestras relaciones mutuas 411<br />

autoridad y que todos sus hermanos, antes de avanzar, deben ir primeramente<br />

a pedirle permiso <strong>para</strong> hacer lo que creen que se debe<br />

hacer. Esa persona se encuentra en posición peligrosa. Ha perdido de<br />

vista la obra del verdadero dirigente del pueblo de Dios. En lugar de<br />

actuar como sabio consejero, asume las prerrogativas de un gobernante<br />

exigente. Se deshonra a Dios cada vez que se exhibe semejante<br />

autoridad y exaltación propia. Nadie que confíe en su propia fuerza<br />

ha de erigirse jamás en mente y juicio de alguien a quien Dios está [492]<br />

usando en su obra. Nadie debe trazar pautas y reglamentos humanos<br />

<strong>para</strong> gobernar arbitrariamente a sus colaboradores que tienen una<br />

experiencia viva en la verdad.<br />

Dios invita a <strong>los</strong> que han ejercido indebida autoridad que aparten<br />

de sus obreros su mano dominadora. Trate toda persona a quien han<br />

sido confiadas sagradas responsabilidades de comprender su deber<br />

individual ante Dios, y cumplirlo con humildad y fidelidad. Nadie se<br />

considere un amo que puede ejercer su poder dominante sobre sus<br />

hermanos. Los principios de la Palabra de Dios deben ser enseñados<br />

y practicados.<br />

Responsables ante Dios<br />

Aunque debe respetar la autoridad y trabajar de acuerdo con<br />

planes sabiamente trazados, todo obrero es responsable ante el gran<br />

Maestro por el uso correcto del juicio que Dios le ha dado y de su<br />

derecho de esperar sabiduría y dirección del Dios del cielo. Dios<br />

es el Comandante y Gobernante supremo. Tenemos un Salvador<br />

personal, y no hemos de cambiar su palabra por la palabra de ningún<br />

hombre. En las Escrituras el Señor ha dado instrucciones <strong>para</strong> todo<br />

obrero. Las palabras del Obrero maestro deben ser estudiadas con<br />

diligencia porque son espíritu y son vida. Los obreros que procuran<br />

actuar en armonía con esas instrucciones son dirigidos y guiados<br />

por el Espíritu Santo y no necesitan pedir permiso primero a alguien<br />

cada vez que tienen que avanzar. No se deben trazar pautas estrictas.<br />

Permitid que el Espíritu Santo dirija a <strong>los</strong> obreros. Mientras sigan<br />

contemplando a Jesús, el Autor y Consumador de la fe, <strong>los</strong> dones de<br />

la gracia aumentarán gracias a su sabio uso.<br />

Dios desea que entremos en la debida relación con él. Desea<br />

que toda voz sea santificada. Quiere que nuestro ser entero: alma,

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