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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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388 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. El mundo no ha<br />

de ser nuestro criterio. Permitid que el Señor obre; permitid que la<br />

voz de él sea oída.<br />

No debe haber alianza con <strong>los</strong> incrédu<strong>los</strong><br />

Los que están empleados en cualquier departamento de la obra<br />

por medio de la cual el mundo puede ser transformado, no deben<br />

entrar en alianza con <strong>los</strong> que desconocen la verdad. El mundo no<br />

conoce al Padre ni al Hijo y no tiene discernimiento espiritual en<br />

cuanto al carácter de nuestra obra, en cuanto a lo que debemos o<br />

no debemos hacer. Tenemos que obedecer las órdenes que vienen<br />

de arriba. No hemos de escuchar el consejo o seguir <strong>los</strong> planes<br />

sugeridos por <strong>los</strong> incrédu<strong>los</strong>. Las sugestiones de <strong>los</strong> que no conocen<br />

la obra que el Señor está haciendo <strong>para</strong> este tiempo, contribuirán<br />

a debilitar el poder de <strong>los</strong> instrumentos de Dios. Al aceptar esas<br />

sugerencias, se anula el consejo de Cristo...<br />

El ojo del Señor vigila toda la obra, todos <strong>los</strong> planes, todas las<br />

imaginaciones de toda mente; ve debajo de la superficie de las cosas,<br />

discierne <strong>los</strong> pensamientos y las intenciones del corazón. No hay<br />

hecho tenebroso, no hay plan, no hay una imaginación del corazón,<br />

no hay un pensamiento de la mente que él no lea como si fuera<br />

un libro abierto. Todo acto, toda palabra, todo motivo es fielmente<br />

registrado en <strong>los</strong> libros por el gran Escudriñador del corazón que<br />

dijo: “Yo conozco tus obras”.<br />

Se me mostró que las insensateces de Israel en <strong>los</strong> días de Samuel<br />

se repetirán entre el pueblo de Dios en nuestros días, a menos que<br />

haya más humildad, menos confianza en el yo y más confianza en<br />

el Señor Dios de Israel, el Gobernante del pueblo. Sólo cuando el<br />

poder divino se combine con el esfuerzo humano la obra resistirá<br />

la prueba. Cuando <strong>los</strong> hombres ya no se apoyen en sus semejantes<br />

o en su propio juicio, sino que hagan de Dios su confianza, ello se<br />

verá en cada caso mediante la humildad de espíritu, el hablar menos<br />

y el orar mucho más, y por medio de la cautela manifestada en sus<br />

planes y movimientos. Tales hombres revelarán que dependen de<br />

Dios y que tienen la actitud de Cristo.

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