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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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376 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

Ha llegado el momento en que Jerusalén será escudriñada como<br />

con velas encendidas. Dios está activo examinando el carácter, ponderando<br />

el valor moral y pronunciando sentencias sobre <strong>los</strong> casos<br />

individuales. Puede no ser demasiado tarde <strong>para</strong> que <strong>los</strong> que han<br />

pecado sean ce<strong>los</strong>os y se arrepientan: “Porque la tristeza que es<br />

según Dios produce arrepentimiento <strong>para</strong> salvación de que no hay<br />

que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”. Esta<br />

tristeza es engañosa. No hay verdadera virtud en ella. No percibe<br />

el carácter odioso del pecado, pero sí hay un dolor y pena de que<br />

el pecado sea conocido por otros; de modo que no hay confesión,<br />

excepto el reconocimiento de las cosas ya reveladas y que no pueden<br />

ser negadas.<br />

Esta es la tristeza del mundo que produce muerte y apacigua<br />

la conciencia, mientras se sigue albergando el pecado, que sería<br />

cometido de la misma manera si se presentara la oportunidad y no<br />

pudiese ser descubierto. “Porque he aquí, esto mismo de que hayáis<br />

sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué<br />

defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo,<br />

qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto”.<br />

Aquí podemos ver cuál es el deber de la iglesia hacia aquel<strong>los</strong> cuya<br />

conducta es enteramente contraria a la luz que han recibido. ¿Se<br />

pondrán <strong>los</strong> hijos de Dios decididamente del lado de la Biblia, o serán<br />

peores que <strong>los</strong> incrédu<strong>los</strong> dando argumentos a éstos <strong>para</strong> vituperar<br />

a Cristo y la verdad, porque no cumplen con fe y obediencia <strong>los</strong><br />

requisitos del Evangelio, mediante una vida decorosa y un carácter<br />

santo?<br />

No perdamos nuestro celo espiritual<br />

Los que pretenden tener la luz de la verdad no han llenado las<br />

condiciones de las cuales depende el cumplimiento de las promesas<br />

ni han sido merecedores de la gracia de Cristo. El carácter y el servicio<br />

de la iglesia deben estar de acuerdo con <strong>los</strong> talentos recibidos.<br />

Su fe y su obediencia deberían estar a la altura que habría alcanzado<br />

en elevación moral y espiritual si hubiese aprovechado fielmente su<br />

luz y sus oportunidades.<br />

Pero muchos—no pocos, sino muchos—han estado perdiendo<br />

su celo espiritual y su consagración, apartándose de la luz que cons-

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