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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Exhortaciones a la verdad y la lealtad 301<br />

Hay almas que en medio de sus tinieblas, llenas de remordimientos,<br />

dolor y angustia, todavía sienten que Dios es justo y bueno. El<br />

Señor mantiene viva la llama de la esperanza en sus corazones. La<br />

pobre alma entenebrecida piensa: Si solamente pudiera aparecer ante<br />

Dios, y rogarle por mi caso, él tendría piedad por causa de Cristo,<br />

y este horrible temor y agonía sería aliviado. Esa alma ha tratado<br />

de hablar a <strong>los</strong> hombres, y ha sido rudamente rechazada, reprobada,<br />

vilipendiada por sus supuestos amigos. A veces las reprensiones<br />

amontonadas sobre su cabeza han casi destruido la última chispa<br />

de esperanza. El alma consciente de la sinceridad y honradez de<br />

sus intenciones halla que tiene menos que temer de Dios que de <strong>los</strong><br />

hombres que tienen corazones de acero. El alma atribulada por la<br />

agonía humana se aparta de <strong>los</strong> falsos juicios y la condenación de<br />

<strong>los</strong> hombres que no pueden leer el corazón, y que sin embargo se<br />

arrogan el derecho de juzgar a sus semejantes. Se vuelve a Uno en<br />

el cual no hay sombra de error, Uno que conoce todos <strong>los</strong> impulsos<br />

del corazón, que está familiarizado con todas las circunstancias de<br />

la tentación. Dios conoce todo hecho de la vida pasada, y sin embargo,<br />

aun considerando todo esto, el alma atribulada está lista <strong>para</strong><br />

confiar su causa a Dios, sabiendo que es un Dios de misericordia y<br />

compasión.<br />

Caigamos en las manos de Dios<br />

Cuando a David se le pidió que eligiera el castigo por su pecado,<br />

él dijo: “Caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus miseri- [355]<br />

cordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres”. El<br />

sabía que Dios conocía la lucha y la angustia del alma. Cuando uno<br />

alcanza a tener una vislumbre del carácter de Dios, no ve en él el espíritu<br />

despiadado y vengativo manifestado por <strong>los</strong> agentes humanos.<br />

Ve que la aflicción y la prueba son <strong>los</strong> medios señalados por Dios<br />

<strong>para</strong> disciplinar a sus hijos, y enseñarles su camino, <strong>para</strong> que echen<br />

mano de su gracia. “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová,<br />

y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz,<br />

confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios”. Cuando el<br />

pobre extraviado es conducido al río del amor de Dios, exclama:<br />

Cuando él me haya probado, saldré como oro purificado. El alma

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