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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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292 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

almacén espiritual <strong>para</strong> alimentaros de la carne y de la sangre del<br />

Hijo de Dios. La religión no ha de ser abaratada en 1896 ó 1897.<br />

Abandonad las influencias mundanas<br />

Los que son participantes de la naturaleza divina han de abandonar<br />

las influencias mundanas y las festividades vacías, y sentarse<br />

con Cristo en cordial comunión con su Redentor. Cesad de proferir<br />

incrédu<strong>los</strong> lamentos. Cuando <strong>los</strong> ansiosos discípu<strong>los</strong> vieron a las<br />

hambrientas multitudes junto al mar, la imposibilidad surgió en sus<br />

mentes, y preguntaron: ¿Iremos a las aldeas a comprar <strong>para</strong> darles de<br />

comer? De la misma manera, en las diversas asociaciones, muchos<br />

preguntan hoy: ¿Enviaremos a Battle Creek <strong>para</strong> pedir que venga<br />

alguien y celebre reuniones con nosotros, y nos reavive y nos alimente?<br />

¿Qué dijo Cristo? No. El ordenó a la multitud que se sentara<br />

sobre el pasto en grupos de cincuenta y de cien. El<strong>los</strong> obedecieron<br />

las órdenes, sentándose en largas hileras sobre el pasto. Jesús tomó<br />

<strong>los</strong> cinco panes y <strong>los</strong> dos peces de las manos del muchacho, y, mirando<br />

a su Padre, pidió que bendijera la magra provisión. Entonces<br />

puso en manos de sus discípu<strong>los</strong> el alimento <strong>para</strong> ser distribuido. La<br />

escasa provisión aumentó bajo la mano de Cristo, y él tenía constan-<br />

temente una provisión fresca <strong>para</strong> que sus siervos la distribuyeran<br />

a la multitud hambrienta, hasta que todos tuvieron lo suficiente.<br />

Entonces vino la orden: “Recoged <strong>los</strong> pedazos que sobraron, <strong>para</strong><br />

que no se pierda nada”. Hubo un excedente de alimento, el cual fue<br />

reunido.<br />

Esta es una lección <strong>para</strong> todos en su experiencia espiritual. ¡Qué<br />

cantidad de lamentos se ahorrarían <strong>los</strong> hombres si solamente confiaran<br />

en Dios! El pan de vida ha de ser dado a las almas necesitadas.<br />

¡Y cuánto esfuerzo se dedica a menudo a este asunto! Hay prolongados<br />

consejos <strong>para</strong> idear planes, e inventar nuevos métodos. Hay<br />

un esfuerzo constante <strong>para</strong> producir entretenimientos a fin de atraer<br />

a la gente a la iglesia o a la escuela sabática. Como <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>,<br />

<strong>los</strong> obreros levantan la pregunta: ¿Iremos a las aldeas a comprar?<br />

¿Cuál es la obra que ha de hacerse? Id a Jesús. La fe sencilla y la<br />

oración realizarán muchísimo más que vuestras largas reuniones de<br />

consejo. Escuchad la invitación del Salvador. Poned vuestro cuello

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