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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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A <strong>los</strong> hermanos que ocupan puestos de responsabilidad 243<br />

dispensado. El poder divino debe impulsar su mente. Su carácter no<br />

debe ser contaminado por la influencia de sus parientes, amigos o<br />

vecinos. A veces debe retirarse de la vida activa <strong>para</strong> comulgar con<br />

Dios y <strong>para</strong> oír su voz diciéndole: “Estad quietos y conoced que yo<br />

soy Dios”.<br />

Los frutos del Espíritu se manifestarán en el hombre que ama a<br />

Dios y guarda el camino del Señor, como el rico racimo de uvas que<br />

produce la vid. Cristo es su fortaleza. Cristo vivió la ley de Dios en<br />

la humanidad, y lo mismo puede hacer el hombre si se aferra por la [283]<br />

fe de Aquel que es poderoso, <strong>para</strong> obtener fortaleza. Si se da cuenta<br />

de que no puede hacer nada sin Cristo, Dios le dará sabiduría. Pero<br />

debe albergar el amor de Cristo en su corazón y poner en práctica<br />

sus lecciones; pues, ¿no ha de amar él a Cristo como Cristo amó a<br />

Dios? ¿No ha de demostrar a todos <strong>los</strong> que se relacionan con él que<br />

tiene la presencia permanente de Dios en su corazón, más de lo que<br />

nunca antes la ha tenido? A causa de sus mayores responsabilidades,<br />

debe conocer más a Dios y debe revelar esa fe viva que obra por el<br />

amor y purifica el alma.<br />

Frecuente causa de fracaso<br />

Pero frecuentemente, cuando se <strong>los</strong> ubica en puestos elevados<br />

y de confianza, <strong>los</strong> hombres dejan de dedicar tiempo a la oración;<br />

creen que no tienen tiempo <strong>para</strong> ejercitar cada una de sus facultades<br />

a fin de que respondan a la influencia del Espíritu Santo. Pero si<br />

estos hombres se sentaran a <strong>los</strong> pies del manso y humilde Jesús,<br />

desempeñarían sus sagradas responsabilidades confiando, no en sí<br />

mismos, sino en su Dios. Ofrendarían al Señor el sacrificio de una<br />

vida noble y abnegada. Una vida que lleva la cruz. Jesús tendría su<br />

trono en su corazón, y les daría poder físico, mental y moral, <strong>para</strong><br />

darlo a conocer a <strong>los</strong> demás.<br />

Dios anhela obrar por medio de aquel<strong>los</strong> a quienes ha dado<br />

capacidad <strong>para</strong> hacer grandes cosas. Anhela que <strong>los</strong> que ocupan<br />

puestos de responsabilidad lo representen ante el mundo. Desea que<br />

Cristo sea reconocido como el mayor Maestro que el mundo haya<br />

conocido jamás, y que brille por medio de la mente de el<strong>los</strong> como la<br />

luz del mundo. “Mas a todos <strong>los</strong> que le recibieron, a <strong>los</strong> que creen en<br />

su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Pero <strong>para</strong>

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