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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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204 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

Considere todo aquel que ama a Dios que ahora, mientras es<br />

de día, es tiempo, no de trabajar entre las ovejas que ya están en<br />

el redil, sino de salir a buscar a <strong>los</strong> perdidos y a <strong>los</strong> que perecen.<br />

Estos necesitan ayuda especial <strong>para</strong> ser traídos de vuelta al redil.<br />

Ya es tiempo de que <strong>los</strong> indiferentes despierten de su sueño. Ya es<br />

tiempo de rogar a las almas que no solamente escuchen la Palabra de<br />

Dios, sino que se apresuren en llenar de aceite las vasijas juntamente<br />

con sus lám<strong>para</strong>s. El aceite es la justicia de Cristo. Representa el<br />

carácter, y el carácter no es transferible. Nadie puede obtenerlo <strong>para</strong><br />

darlo a otro. Cada uno debe lograr <strong>para</strong> sí un carácter purificado de<br />

toda mancha de pecado.<br />

El Señor viene con poder y gran gloria. Entonces se<strong>para</strong>rá completamente<br />

a <strong>los</strong> justos de <strong>los</strong> impíos. Pero el aceite no podrá ser<br />

transferido en ese momento a las vasijas de <strong>los</strong> que no lo tienen.<br />

Entonces se cumplirán las palabras de Cristo: “Dos mujeres estarán<br />

moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán<br />

en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado”. Los justos y <strong>los</strong><br />

impíos deben estar relacionados en la obra de la vida. Pero el Señor<br />

lee el carácter; él discierne a <strong>los</strong> que son hijos obedientes, a <strong>los</strong> que<br />

respetan y aman sus mandamientos.<br />

La cizaña y el trigo<br />

Quizá el observador no discierna ninguna diferencia; pero hay<br />

Uno que dijo que la cizaña no había de ser arrancada por manos<br />

humanas <strong>para</strong> que no fuera desarraigado también el trigo. Crezcan<br />

juntas ambas plantas hasta la cosecha. Entonces el Señor envía a sus<br />

segadores a juntar la cizaña y atarla en manojos <strong>para</strong> ser quemada,<br />

mientras el trigo es acopiado en el granero celestial. El tiempo del<br />

juicio es un período muy solemne, cuando el Señor reúne a <strong>los</strong> suyos<br />

de entre la cizaña. Los que han sido miembros de la misma familia<br />

son se<strong>para</strong>dos. Se coloca una señal sobre <strong>los</strong> justos. “Y serán <strong>para</strong><br />

mí especial tesoro, ha dicho Jehová de <strong>los</strong> ejércitos, en el día en que<br />

yo actúe; y <strong>los</strong> perdonaré como el hombre que perdona a su hijo que<br />

le sirve”. Los que han sido obedientes a <strong>los</strong> mandamientos de Dios<br />

se unirán con el grupo de <strong>los</strong> santos en luz; el<strong>los</strong> entrarán por las<br />

puertas en la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida. El uno<br />

será tomado. Su nombre estará en el libro de la vida, mientras otros

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