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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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202 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

otros <strong>para</strong> que obedezcan la ley de Dios. Veo que se les está dando<br />

mucho a <strong>los</strong> que ya tienen; estas maravil<strong>los</strong>as reuniones <strong>para</strong> <strong>los</strong> que<br />

desean recibir mayor fuerza están privando al mundo precisamente<br />

de la obra que debe ser hecha en su favor. Nuestros pastores debieran<br />

ahora trabajar por la salvación de <strong>los</strong> perdidos. Sería mucho mejor<br />

que las semanas invertidas en reuniones <strong>para</strong> capacitar a <strong>los</strong> hombres<br />

<strong>para</strong> el trabajo, se emplearan en ir por <strong>los</strong> caminos y vallados dando<br />

el mensaje: “Venid, todo está dispuesto”.<br />

Más luz <strong>para</strong> <strong>los</strong> que la usan<br />

Los que obedecen la luz que tienen, recibirán luz de lo alto porque<br />

<strong>los</strong> mensajeros celestiales están esperando <strong>para</strong> cooperar con<br />

<strong>los</strong> hombres en la tarea de amonestar a un mundo engañado y pecaminoso.<br />

Cuando <strong>los</strong> hijos de Dios se empeñen en esta obra con<br />

verdadera aflicción de alma, se echará de ver un cambio decidido<br />

en ciudades y aldeas. Este revolotear en torno de las iglesias <strong>para</strong><br />

afirmarlas, las induce a depender más del esfuerzo humano. Aprenden<br />

a apoyarse en la experiencia de sus semejantes, y no hacen de<br />

Dios su seguridad y eficiencia. Es tiempo de que las ciudades y <strong>los</strong><br />

pueb<strong>los</strong> por doquiera oigan la solemne amonestación: “He aquí que<br />

viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Pre<strong>para</strong>os <strong>para</strong> que seáis<br />

hallados por él en paz.<br />

Os ruego a vosotros a quienes Dios ha favorecido con el conocimiento<br />

de la verdad: Id a trabajar; hay obra que hacer por doquiera.<br />

Los campos están blancos <strong>para</strong> la siega. Se necesitan precisamente<br />

ahora sembradores y segadores. El tiempo que dedicáis <strong>para</strong> comunicaros<br />

constantemente con aquel<strong>los</strong> que ya conocen el mensaje de<br />

amonestación, no les dará ni siquiera una décima parte de la fuerza<br />

que el<strong>los</strong> recibirían si pusieran manos a la obra de impartir vida<br />

<strong>para</strong> salvar a las almas que perecen. Los ángeles están esperando<br />

<strong>para</strong> bendecir a <strong>los</strong> obreros consagrados. La parábola de la oveja<br />

perdida debe ser una lección <strong>para</strong> cada alma que ha sido rescatada<br />

de la trampa de Satanás. No hemos de revolotear sobre las noventa<br />

y nueve, sino que hemos de ir a salvar a <strong>los</strong> perdidos, buscándo<strong>los</strong><br />

en <strong>los</strong> desiertos de las grandes ciudades y aldeas. En esta obra <strong>los</strong><br />

obreros serán inducidos a sentir su debilidad e irán corriendo a la<br />

fortaleza. La presencia divina estará con el<strong>los</strong> <strong>para</strong> darles fuerza

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