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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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196 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

estos atributos, almas preciosas se han perdido <strong>para</strong> la causa. Los<br />

hombres han manifestado esta característica desagradable porque<br />

no han estado vinculados con Dios.<br />

El trato con las almas preciosas<br />

Los que ocupan cargos destacados, al entrar en contacto con<br />

las almas por las cuales Cristo murió, las considerarán preciosas,<br />

asignándoles a <strong>los</strong> hombres el valor que Dios les dio. Pero muchos,<br />

en lugar de proceder según la mente y el espíritu de Cristo, han tratado<br />

con aspereza, según el modo de ser de <strong>los</strong> hombres, a las almas<br />

adquiridas por la sangre de Cristo. Acerca de sus discípu<strong>los</strong> Cristo<br />

dice: “Todos vosotros sois hermanos”. Siempre deberíamos tener<br />

presente la relación que nos une, y recordar que un día habremos<br />

de enfrentar ante el tribunal de Cristo a aquel<strong>los</strong> con quienes nos<br />

encontramos aquí. Dios será el Juez y juzgará con justicia a cada<br />

uno.<br />

Juan dice: “Vi a <strong>los</strong> muertos, grandes y pequeños, de pie ante<br />

Dios; y <strong>los</strong> libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual<br />

es el libro de la vida; y fueron juzgados <strong>los</strong> muertos por las cosas<br />

que estaban escritas en <strong>los</strong> libros, según sus obras”. Considere cada<br />

uno de <strong>los</strong> que profesan el nombre de Cristo, que de cada acto<br />

de injusticia y de cada palabra áspera deberá dar cuenta ante el<br />

tribunal de Cristo. No será agradable volver a encontrarse con las<br />

palabras pronunciadas que han lastimado y herido a las almas, con<br />

las decisiones que han obrado contra las almas por las cuales Cristo<br />

murió. Toda acción será traída a juicio, y quedará manifiesto el<br />

espíritu que la impulsó. Quedará expuesto el fruto de toda exigencia<br />

egoísta y arbitraria, y <strong>los</strong> hombres verán el resultado de sus acciones<br />

tal como Dios lo ve. Verán que han apartado almas preciosas del<br />

camino recto tratando con ellas de una manera no cristiana. Estamos<br />

viviendo en el gran día de la expiación y ya es tiempo de que cada<br />

uno se arrepienta delante de Dios, confiese sus pecados y mediante<br />

la fe viviente confíe en <strong>los</strong> méritos de un Salvador crucificado y<br />

viviente.<br />

Mis hermanos y hermanas, ¿tendréis en cuenta que al tratar con<br />

la herencia de Dios no debéis seguir vuestras tendencias naturales?<br />

Los hijos de Dios son la posesión adquirida de Cristo, y ¡qué precio

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