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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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194 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

a todos <strong>los</strong> que le recibieron, a <strong>los</strong> que creen en su nombre, les dio<br />

potestad de ser hechos hijos de Dios”.<br />

Leed el segundo y el tercer capítu<strong>los</strong> de Filipenses, y el primer<br />

capítulo de Co<strong>los</strong>enses. Hay lecciones allí que todos nosotros debiéramos<br />

estudiar. Pablo escribe: “Nada hagáis por contienda o por<br />

vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a <strong>los</strong> demás<br />

como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo<br />

propio, sino cada cual también por lo de <strong>los</strong> otros. Haya, pues, en<br />

vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo<br />

en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que<br />

aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,<br />

hecho semejante a <strong>los</strong> hombres; y estando en la condición de hombre,<br />

se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y<br />

muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y<br />

le dio un nombre que es sobre todo nombre... Ocupaos en vuestra<br />

salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros<br />

produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced<br />

todo sin murmuraciones y contiendas, <strong>para</strong> que seáis irreprensibles<br />

y sencil<strong>los</strong>, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación<br />

maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumina-<br />

res en el mundo; asidos de la palabra de vida, <strong>para</strong> que en el día de<br />

Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano<br />

trabajado”. “Fui hecho ministro, según la administración de Dios<br />

que me fue dada <strong>para</strong> con vosotros, <strong>para</strong> que anuncie cumplidamente<br />

la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde <strong>los</strong><br />

sig<strong>los</strong> y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a<br />

quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este<br />

misterio entre <strong>los</strong> gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza<br />

de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando<br />

a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto<br />

en Cristo Jesús a todo hombre”.<br />

Evitad la provocación<br />

Nuestros obreros deben usar la mayor sabiduría <strong>para</strong> no decir<br />

nada que provoque a las huestes de Satanás e incite su confederación<br />

unida del mal. Cristo no osó presentar una acusación vehemente<br />

contra el príncipe del mal, y ¿es propio que nosotros hagamos una

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