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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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178 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

Actitudes extremas<br />

A menudo estoy sumamente afligida cuando veo a nuestros<br />

dirigentes asumir actitudes extremas, y afrontar problemas que no<br />

les incumben y que debieran ser dejados en manos de Dios <strong>para</strong> que<br />

él <strong>los</strong> arregle. Estamos todavía en el mundo, y Dios nos asigna un<br />

lugar en relación con el mundo y obra con su propia diestra <strong>para</strong><br />

pre<strong>para</strong>r el camino delante de nosotros a fin de que su obra progrese<br />

en sus diversos ramos. La verdad debe tener un lugar permanente, y<br />

el estandarte de la verdad ha de ser levantado en muchos lugares en<br />

regiones lejanas.<br />

Estad seguros de que Dios no ha encargado a <strong>los</strong> que permanecen<br />

lejos de esos campos de labor extranjeros que critiquen a <strong>los</strong> que se<br />

hallan en el lugar donde la obra se realiza. Los que no están allí no<br />

saben nada acerca de las necesidades de esa región y si no pueden<br />

decir nada <strong>para</strong> ayudar a <strong>los</strong> que están en ese lugar, no obstaculicen la<br />

tarea, antes bien muestren su sabiduría por la elocuencia del silencio,<br />

y ayuden en la obra que está más cerca de el<strong>los</strong>. Afirmo que cuando<br />

ventilan sus ideas con respecto a <strong>los</strong> campos de labor del extranjero,<br />

el celo que manifiestan no está de acuerdo con la sabiduría.<br />

Dejad que el Señor trabaje con <strong>los</strong> hombres que están en esos<br />

lugares. Los que no se encuentran allí, anden humildemente con<br />

Dios, no sea que se salgan de su lugar y se desorienten. El Señor no<br />

ha encargado que critiquen la obra a <strong>los</strong> que han asumido esa tarea, ni<br />

les da la sanción de su Santo Espíritu. Muchos actúan de acuerdo con<br />

su propio juicio humano, y ce<strong>los</strong>amente tratan de arreglar cosas que<br />

Dios no ha colocado en sus manos. Mientras estemos en el mundo,<br />

hemos de realizar una obra especial por el mundo; el mensaje de<br />

amonestación ha de ir a todos <strong>los</strong> países, lenguas y pueb<strong>los</strong>.<br />

El Señor no induce a sus obreros a conducirse de tal modo que<br />

el tiempo de angustia sobrevenga antes de tiempo. No erijan el<strong>los</strong><br />

una pared que <strong>los</strong> separe del mundo al presentar sus propias ideas y<br />

conceptos. Hay ahora demasiado de esto entre nosotros. El mensaje<br />

de amonestación no ha alcanzado a gran número de personas en<br />

las ciudades que están más a mano, y el determinar cuántos hay en<br />

Israel no es la tarea que Dios nos ha confiado.

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