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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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[180]<br />

160 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

lo hermoso y artístico; pero, ¿acaso Cristo no tenía el gusto más<br />

fino, puro y santo? Su hogar era el cielo, y sin embargo se negó a sí<br />

mismo; la humillación señaló toda su vida, desde el pesebre hasta el<br />

Calvario. En <strong>los</strong> comienzos de la obra aquí no debemos reproducir<br />

las mismas cosas que el Señor ha condenado en <strong>los</strong> Estados Unidos,<br />

<strong>los</strong> gastos exorbitantes <strong>para</strong> complacer el orgullo y el amor a la<br />

ostentación. Rehúyanse escrupu<strong>los</strong>amente todas las cosas de este<br />

tipo.<br />

Conservad la sencillez<br />

En el comer, en el vestir, y en el amueblamiento de nuestra<br />

escuela, necesitamos conservar la sencillez de la verdadera piedad.<br />

Muchos se negarán a sí mismos y harán grandes sacrificios <strong>para</strong><br />

hacer donaciones a fin de que la obra misionera tenga éxito, y si<br />

el<strong>los</strong> vieran estos fondos invertidos en las telas más finas y en <strong>los</strong><br />

más costosos muebles o artícu<strong>los</strong> <strong>para</strong> la mesa de la comunión,<br />

esto tendría la más desafortunada influencia sobre esos hermanos y<br />

hermanas. Nada podría obrar en forma más decidida contra nuestra<br />

utilidad presente y futura en este país. La primerísima lección que<br />

hemos de enseñar a nuestros alumnos es la abnegación. Que sus<br />

ojos, sus sentidos, capten la lección; que todo el mobiliario de la<br />

escuela transmita instrucción práctica en el sentido de que la obra<br />

puede hacerse avanzar sólo mediante permanente sacrificio.<br />

En todo lo que hagamos, sigamos de cerca el ejemplo de nuestro<br />

Salvador. Estoy profundamente convencida de estas cosas. Debemos<br />

considerar sobre qué base vamos a trabajar a fin de asegurar el<br />

éxito; debemos ir al trabajo con el corazón imbuido del Espíritu<br />

de Cristo. Entonces comprenderemos que nuestra obra debe ser<br />

llevada adelante de una manera humilde. Nuestros pastores y sus<br />

esposas deben ser ejemp<strong>los</strong> de sencillez en el vestir; deben vestir en<br />

forma prolija, cómoda, usando buenas telas, pero evitando todo lo<br />

que se asemeje a lujo y a adornos, aunque no sean costosos, porque<br />

estas cosas contribuyen a nuestro menoscabo. Debemos educar<br />

a <strong>los</strong> jóvenes a vestir con sencillez y pulcritud. Que <strong>los</strong> adornos<br />

innecesarios sean dejados de lado, aun cuando su costo sea ínfimo.

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