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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Capítulo 7—La economía<br />

Ha de ser practicada en todas las cosas *<br />

Melbourne, Australia,<br />

3 de agosto de 1892<br />

Mis queridos hermanos y hermanas,<br />

Mi mente ha estado agitada durante varias noches, en sueño y en<br />

vigilia, con respecto a la obra que debe hacerse en este país. En este<br />

dilatado campo misionero hay mucho que hacer <strong>para</strong> llevar adelante<br />

la causa y la obra del Maestro, y ante la gran necesidad de medios y<br />

de obreros, no sabemos cómo puede ser realizada. Debemos humillar<br />

nuestros corazones delante de Dios y ofrecer sinceras y fervientes<br />

plegarias <strong>para</strong> que el Señor, que es rico en recursos, nos abra el<br />

camino. “Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová”, “y <strong>los</strong> millares<br />

de animales en <strong>los</strong> collados”.<br />

La vida de Cristo, el Señor de la gloria, es nuestro ejemplo.<br />

El vino del cielo, donde todo era riqueza y esplendor; pero dejó<br />

a un lado su corona real, su manto real, y revistió su divinidad<br />

de humanidad. ¿Por qué? Para poder encontrarse con <strong>los</strong> hombres<br />

donde el<strong>los</strong> estaban. No se colocó entre <strong>los</strong> ricos, <strong>los</strong> grandes señores<br />

de la tierra. Era la misión de Cristo alcanzar a <strong>los</strong> más pobres de la<br />

tierra. El mismo trabajó desde sus primeros años como hijo de un<br />

carpintero. Conoció lo que significaba la abnegación. Las riquezas y<br />

la gloria del cielo eran suyas, pero por nuestra causa se hizo pobre,<br />

<strong>para</strong> que nosotros, por su pobreza, fuésemos enriquecidos. El mismo<br />

fundamento de su misión era la abnegación, el sacrificio propio. El<br />

mundo le pertenecía, porque él lo hizo; sin embargo, en un mundo<br />

creado por él mismo, el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar su<br />

cabeza. Dijo: “Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos;<br />

mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza”.<br />

* [Los artícu<strong>los</strong> de esta sección han sido tomados de Special Testimonies to Ministers<br />

and Workers, N o 3, publicado en 1895.]<br />

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