10.05.2013 Views

Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Necesidades humanas y provisión divina 145<br />

como presa de una enfermedad moral incurable, debido a que el<strong>los</strong><br />

mismos se niegan a ser curados? ¡Ojalá todos <strong>los</strong> que trabajan en<br />

predicar y enseñar prestaran oídos a las palabras de Pablo: “Así que,<br />

herma nos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis<br />

vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es<br />

vuestro culto racional”!<br />

¡Cuánto se regocija mi corazón por aquel<strong>los</strong> que sirven al Señor<br />

con toda humildad, que aman y temen a Dios! Poseen un poder<br />

mucho más valioso que el conocimiento y la elocuencia. “El temor<br />

de Jehová es el principio de la sabiduría”; y su amor y temor son<br />

como un hilo de oro que une el agente humano con el divino. Así<br />

todos <strong>los</strong> movimientos de la vida son simplificados. Cuando <strong>los</strong><br />

hijos de Dios están luchando contra la tentación, batallando contra<br />

las pasiones del corazón natural, la fe une al alma con el único Ser<br />

que puede dar ayuda, y resultan victoriosos.<br />

Quiera el Señor obrar en <strong>los</strong> corazones de aquel<strong>los</strong> que han<br />

recibido gran luz, <strong>para</strong> que se aparten de toda iniquidad. Contemplad<br />

la cruz del Calvario. Allí está Jesús quien dio su vida, no <strong>para</strong> que<br />

<strong>los</strong> hombres continuaran en el pecado, no <strong>para</strong> que tuvieran permiso [162]<br />

<strong>para</strong> quebrantar la ley de Dios, sino <strong>para</strong> que por medio de su infinito<br />

sacrificio pudieran ser salvos de todo pecado. Dijo Cristo: “Yo me<br />

santifico a mí mismo, <strong>para</strong> que también el<strong>los</strong> sean santificados”,<br />

por la perfección de su ejemplo. Aquel<strong>los</strong> que predican la verdad<br />

a otros, ¿serán el<strong>los</strong> mismos santificados por la verdad? ¿Amarán<br />

al Señor con el corazón, la mente y el alma, y a su prójimo como<br />

a sí mismos? ¿Alcanzarán el nivel de la norma más elevada del<br />

carácter cristiano? ¿Son elevados sus gustos, han dominado sus<br />

apetitos? ¿Están albergando sólo sentimientos nobles, una simpatía<br />

fuerte y profunda y propósitos puros, <strong>para</strong> que puedan ser verdaderos<br />

colaboradores de Dios? Necesitamos tener el Espíritu Santo <strong>para</strong><br />

que nos sostenga en el conflicto, “porque no tenemos lucha contra<br />

sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra <strong>los</strong><br />

gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales<br />

de maldad en las regiones celestes”. *<br />

* [Estudio adicional: Obreros Evangélicos, 289, 301, 302, 305.]

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!