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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Un llamamiento solemne a <strong>los</strong> ministros 137<br />

que es áspero, tosco y rudo en su carácter, y que sean injertados en<br />

Cristo, la vid viviente. Deben llevar la misma calidad de fruto que la<br />

vid. Únicamente así puede el sarmiento ser un digno representante<br />

de la excelencia de la vid.<br />

Cristo vino a nuestro mundo <strong>para</strong> manifestar al Padre en medio<br />

de las densas tinieblas del error y la superstición que prevalecían<br />

entonces. Los discípu<strong>los</strong> de Cristo han de representarlo en su vida<br />

diaria, y así la verdadera luz del cielo brillará con rayos claros y<br />

firmes ante el mundo; así se revelará un carácter enteramente distinto<br />

del que se ve en aquel<strong>los</strong> que no hacen de la Palabra de Dios su<br />

norma y su guía. El conocimiento de Dios debe ser preservado en<br />

medio de la oscuridad que cubre el mundo y las densas tinieblas<br />

que envuelven a la gente. A través de las edades, el puro carácter de<br />

Cristo ha sido falsamente representado por quienes pretendían ser<br />

creyentes en él y en la Palabra de Dios. Se ha cultivado la dureza de<br />

corazón. El amor, la bondad y la verdadera cortesía han desaparecido<br />

rápidamente de la vida de <strong>los</strong> pastores y de las iglesias. ¿Qué<br />

puede pensar de esto el universo de Dios? Los que pretenden ser<br />

representantes de Cristo manifiestan más bien la dureza de corazón<br />

que es característica de Satanás, que lo hizo inepto <strong>para</strong> el cielo, que<br />

hizo inseguro que él estuviera allí. Y precisamente así ocurrirá con<br />

<strong>los</strong> que conocen la verdad y sin embargo cierran la puerta de su corazón<br />

a su poder santificador. “Agradó a Dios salvar a <strong>los</strong> creyentes<br />

por la locura de la predicación”. Los siervos de Cristo no han de<br />

ser solamente instrumentos que predicando a Jesús induzcan a <strong>los</strong><br />

hombres al arrepentimiento, sino que han de continuar su obra cuidando<br />

de el<strong>los</strong>, interesándose por el<strong>los</strong> y manteniendo a la vista del<br />

pueblo, por precepto y por ejemplo, al Señor y Salvador Jesucristo. [153]<br />

Han de santificarse a sí mismos <strong>para</strong> que sus oyentes sean también<br />

santificados. Así todos crecerán en la piedad y la virtud, hasta que<br />

el embajador de Dios pueda presentar a todo hombre perfecto en<br />

Cristo Jesús. Entonces la función ministerial se verá en su verdadero<br />

y sagrado carácter.<br />

Una norma rebajada<br />

Pero la norma del ministerio ha sido grandemente rebajada, y<br />

el Ministro del verdadero santuario es falsamente presentado ante

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