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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Un llamamiento solemne a <strong>los</strong> ministros 133<br />

chadas. Por amor de Cristo, limpiad el campamento, comenzando,<br />

por la gracia de Cristo, la obra personal de purificar el alma de la [147]<br />

contaminación moral. Un ministro que desde el púlpito hace chistes<br />

o exagera la nota <strong>para</strong> obtener alabanza, es un espectáculo que<br />

crucifica nuevamente al Hijo de Dios y lo expone a la vergüenza.<br />

Debe haber cabal arrepentimiento, fe en nuestro Salvador Jesucristo,<br />

vigilante cuidado, oración incesante y escudriñamiento diligente de<br />

las Escrituras. Dios nos tiene por responsables de todo lo que podríamos<br />

ser si aprovecháramos nuestros talentos. Seremos juzgados<br />

de acuerdo con lo que debiéramos haber sido, pero no llegamos a<br />

ser; de acuerdo con lo que deberíamos haber hecho, pero no realizamos<br />

por no usar nuestras facultades <strong>para</strong> glorificar a Dios. Aun<br />

cuando no perdamos nuestra alma, habrá una pérdida eterna por todo<br />

el conocimiento que podríamos haber obtenido pero no logramos.<br />

Toda nuestra influencia pertenece a Dios. Todo lo que adquirimos<br />

ha de ser usado <strong>para</strong> su gloria. Toda la propiedad que el Señor nos<br />

ha confiado ha de ser mantenida sobre el altar de Dios, <strong>para</strong> serle devuelta<br />

de nuevo. Estamos decidiendo nuestro propio destino. Quiera<br />

el Señor ayudarnos a todos a ser sabios <strong>para</strong> la eternidad.<br />

Hermanos míos, estamos viviendo en un período muy solemne<br />

de la historia de la tierra. Nunca es tiempo de pecar; siempre es<br />

peligroso continuar en la transgresión; pero en un sentido especial<br />

esto es cierto en el tiempo actual. Estamos ahora en <strong>los</strong> mismos<br />

umbrales del mundo eterno, y nuestra relación hacia el tiempo y la<br />

eternidad es más solemne que nunca antes. Investigue cada uno su<br />

propio corazón, y ruegue que <strong>los</strong> brillantes rayos del Sol de justicia<br />

disipen toda tiniebla espiritual, y limpien de toda contaminación.<br />

“Si confesamos nuestros pecados; él es fiel y justo <strong>para</strong> perdonar<br />

nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Por la fe, al margen<br />

de nuestros sentimientos, Jesús, el autor de nuestra salvación, el<br />

consumador de nuestra fe, por su preciosa gracia, fortalecerá las [148]<br />

facultades morales, y <strong>los</strong> pecadores pueden considerarse a sí mismos<br />

“muertos al pecado, pero vivos <strong>para</strong> Dios en Cristo Jesús”. La fe<br />

sencilla con el amor de Cristo en el alma, une al creyente con Dios.<br />

Mientras se empeña en la batalla como fiel soldado de Cristo, tiene<br />

la simpatía de todo el universo leal. Los ángeles ministradores están<br />

a su alrededor <strong>para</strong> ayudarlo en el conflicto, de manera que pueda<br />

decir confiado: “El Señor es mi ayudador”, “Jehová es mi fortaleza

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