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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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132 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

soportar la presencia del pecado. Esto es lo que su alma odia. Aun<br />

a <strong>los</strong> ángeles que estaban cerca de su trono, a <strong>los</strong> cuales él amaba,<br />

pero que no guardaron su prístino estado de lealtad, Dios <strong>los</strong> arrojó<br />

del cielo con su rebelde dirigente. La santidad es el fundamento<br />

del trono de Dios; el pecado es lo opuesto a la santidad; el pecado<br />

crucificó al Hijo de Dios. Si <strong>los</strong> hombres pudieran ver cuán odioso<br />

es el pecado, no lo tolerarían, no se educarían en él. Lograrían una<br />

reforma en la vida y el carácter. Las faltas secretas serían vencidas.<br />

Si habéis de ser santos en el cielo, debéis primero ser santos en la<br />

tierra.<br />

Hay una gran necesidad de que nuestros hermanos venzan las<br />

faltas secretas. El desagrado de Dios, como una nube, pende sobre<br />

muchos de el<strong>los</strong>. Las iglesias están débiles. El egoísmo, la falta de<br />

caridad, la codicia, la envidia, las malas sospechas, la falsedad, el<br />

robo, la sensualidad, la licencia y el adulterio, [veasé el Apéndice.]<br />

están registrados contra algunos de <strong>los</strong> que pretenden creer la solemne<br />

y sagrada verdad <strong>para</strong> este tiempo. ¿Cómo pueden estas cosas<br />

malditas ser eliminadas del campamento, cuando <strong>los</strong> hombres que<br />

pretenden ser cristianos están practicándolas constantemente? De<br />

alguna manera cuidan su comportamiento delante de <strong>los</strong> hombres,<br />

pero son una ofensa <strong>para</strong> Dios. Sus ojos puros ven, y un testigo<br />

registra todos sus pecados, tanto <strong>los</strong> manifiestos como <strong>los</strong> secretos; y<br />

a menos que se arrepientan y confiesen sus pecados delante de Dios,<br />

a menos que caigan sobre la Roca y sean quebrantados, sus pecados<br />

permanecerán anotados contra el<strong>los</strong> en <strong>los</strong> libros de memoria. ¡Oh,<br />

terribles historias se abrirán ante el mundo en ocasión del juicio,<br />

historias de pecados nunca confesados, de pecados nunca borrados!<br />

¡Ojalá vieran estas pobres almas que están acumulando contra ellas<br />

ira <strong>para</strong> el día de la ira! Entonces serán revelados <strong>los</strong> pensamientos<br />

del corazón, así como las acciones. Os digo, mis hermanos y hermanas,<br />

necesitáis humillar vuestras almas delante de Dios. “Dejad<br />

de hacer lo malo”, pero no os detengáis allí. “Aprended a hacer el<br />

bien”. Podéis glorificar a Dios sólo llevando fruto <strong>para</strong> su gloria.<br />

<strong>Ministros</strong>, por causa de Cristo, comenzad la obra en favor de<br />

vosotros mismos. Por vuestra vida no santificada habéis colocado<br />

piedras de tropiezo delante de vuestros propios hijos y delante de<br />

<strong>los</strong> no creyentes. Algunos de vosotros actuáis por impulso, guiados<br />

por la pasión y el prejuicio, y traéis a Dios ofrendas impuras, man-

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