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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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114 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

en armonía con él. El Espíritu de Jesús descansa sobre ella. Revela<br />

el amor, la piedad y la compasión del Salvador, porque es una con<br />

Cristo. Anhela llevar a otros a Jesús. Su corazón se enternece al ver<br />

el peligro de las almas que están fuera de Cristo. Cuida de las almas<br />

como quien ha de dar cuenta. Con invitaciones y ruegos mezclados<br />

con las firmes promesas de Dios, trata de ganar a las almas <strong>para</strong><br />

Cristo; y esto se registra en <strong>los</strong> libros de memoria. Es un colaborador<br />

de Dios.<br />

¿No es Dios el verdadero objeto de imitación? Debe ser la obra<br />

de la vida del cristiano vestirse de Cristo, y alcanzar una más perfecta<br />

semejanza a Cristo. Los hijos de Dios han de progresar en su<br />

semejanza a Cristo, nuestro modelo. Diariamente deben contemplar<br />

su gloria, observar su excelencia incom<strong>para</strong>ble. Tiernos, veraces, y<br />

llenos de compasión, han de arrancar a las almas del fuego, aborreciendo<br />

aun las ropas manchadas por la carne.<br />

No estamos trabajando so<strong>los</strong><br />

Hay una obra que debe ser hecha por el pueblo de Dios. ¿Cuál<br />

es la verdadera elocuencia de la vida humana? El corazón lleno<br />

de sentimientos puros, la reverencia por todos <strong>los</strong> mandamientos<br />

de Dios. Pero no se ha trabajado con fervor. Se han realizado <strong>los</strong><br />

trabajos rutinarios, pero esto no es suficiente. Salid de la huella<br />

común. Si no podéis alcanzar a <strong>los</strong> miembros de las iglesias, no<br />

os desaniméis. Llevad la obra a <strong>los</strong> caminos, y si la levadura de<br />

la verdad no penetra en la justicia propia de aquel<strong>los</strong> por quienes<br />

trabajáis, salid de la senda común e id a <strong>los</strong> vallados, y haced allí<br />

vuestra obra misionera.<br />

Dios no os dejará que trabajéis so<strong>los</strong>. En todo momento, desde<br />

la proclamación del mensaje del tercer ángel, <strong>los</strong> ángeles de Dios<br />

han estado esperando <strong>para</strong> cooperar con el agente humano ferviente<br />

y determinado a trabajar. Debemos cavar más hondo en las minas de<br />

la verdad de lo que lo hemos hecho.<br />

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo<br />

unigénito, <strong>para</strong> que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga<br />

vida eterna”. ¡Oh, qué amor ha mostrado Dios por el hombre caído!<br />

¿Por qué aquel<strong>los</strong> que conocen la verdad pasan de largo dejando sin<br />

auxilio a tantos que están sufriendo necesidad?

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