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52 PRIMERA PARTE.
darles una forma más acopada, con ramas que se extienden
y que permiten con más comodidad, no sólo la cosecha
de sus hojas, sino prodigarles los mayores cuidados
y atenciones durante esta operación y la de la poda; así
es que no se les deja crecer su tronco más que dos á tres
metros.
Las hojas de estos árboles, que viven en las mejores
condiciones de robustez y de fuerza, que reciben mayor
aire y luz por su elevación, son verdaderamente las más
nutritivas para los gusanos, que pueden dar mejor seda;
mientras que las que se producen en prados ó plantas
muy bajas, careciendo de estos elementos, no reúnen estas
circunstancias tan ventajosas.
Las moreras de media talla no difieren mucho de las
anteriores; pero tanto estas como las enanas y las de
prados se cultivan especialmente en terrenos poco sustanciosos
y en que el subsuelo tiene poco fondo, que no permiten
el desarrollo de las profundas raíces de grandes
árboles.
Estas moreras enanas, que facilitan la más pronta cosecha
de sus hojas, á pesar de las ventajas que esto ofrece
al labrador, tienen sus inconvenientes, porque las hojas
en realidad, según mi opinion, no pueden contener en su
totalidad las sustancias resinosas y setíferas que son tan
indispensables para la confección de la seda en las últimas
edades del gusano.
Referente á este particular y á las ventajas y contrariedades
del ingerto existen opiniones muy diversas, que
efectivamente más dependen de las circunstancias favorables
del terreno y de la posición de los plantíos que les
proporcionan la mayor salubridad, que no de la manera
cómo se efectúa, porque la morera es un árbol que requiere
ante todo mucha luz y ventilación, y se conseguí-