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'116 SEGUNDA PARTE. utilizarse sus hojas para alimentar mayor número de gusanos en locales que no son muy espaciosos, tanto más que para la cria de los gusanos se necesitan 30 metros cuadrados de superficie para cada onza de semilla que se trate de avivar; y aunque se reduzca el espacio estableciendo cuatro ó seis cañizos unos sobre otros en las andanas, no deja de ser una .extension considerable en las casas de campo que no sean muy espaciosas, tanto más si se tienen muchas moreras que pueden aprovecharse. Estas crias múltiples pueden efectuarse avivando con la estufa una mitad de la semilla por ejemplo, y dejando después para la temperatura natural el nacimiento espontáneo que puede retardarse diez ó doce dias, con lo que podrá fácilmente llevarse á cabo dos crias en un corto período. Este sistema me parece más adecuado, aunque en nuestra península se tiene la costumbre de esperar á que la temperatura del aire permita el nacimiento espontáneo de los gusanos al mismo tiempo que el desarrollo de las hojas de la morera que deben servirle de alimento, y en las que se ha de pensar ante todo, aunque muchos prefieren este adelanto en la cria por la razón de que los calores pudieran influir perniciosamente en las últimas edades de los gusanos. Preparació» tie la seda. Los capullos que no se destinan para la cria de la semilla se exponen durante dos ó tres dias al calor del sol en que se ahogan, ó bien al del horno en que se ha sacado el pan, envueltos en sacos ó telas; teniendo cuidado que un excesivo ardor no destruya las calidades de la seda, puesto que bastan 50 á 60 grados centígrados.

EXPLOTACIÓN DE LA INDUSTRIA SERÍCOLA. 117 En algunos puntos los someten á la acción del vapor en una cámara donde se introduce una corriente de este, que produce una elevada temperatura en que perece la crisálida. Todos estos procedimientos influyen en el peso de los capullos, que los labradores se ocupan sólo de entregarlos á las hilanderas, que los compran á tanto el kilogramo. Hasta ahora han existido muchos tornos que se han dedicado á hilar los capullos; pero como el valor de la seda depende de la perfección como está hilada esta materia, que hoy tiene un alto precio, no tiene cuenta el que la hilen los antiguos tornos, particularmente la que se destina á la exportación y á la fabricación de tejidos, y se prescinde con más facilidad de un trabajo exacto en la que se emplea para coser y pasamanería; así es que hoy tocios los capullos se entregan á los grandes establecimientos, cuyo agente es el vapor, que existen en algunas capitales, donde se lleva á cabo el hilado de la seda con la mayor exactitud de hilos ó capullos, que presentan una igualdad en su longitud: además se han tomado una serie ele precauciones que no es posible describir en esta obra, consagrada á la producción agrícola, y que entra á formar parte de la práctica industrial, en la cual se han introducido tantos adelantos. Los capullos enteros desprendidos de aquella borra que los rodea, y que no puede devanarse, están formados de un hilo continuo de 230 á 320 metros de longitud, que están adheridos por medio ele una sustancia gomosa. Estos capullos, después de escogidos y separados, dejando á parte los dobles y los incompletos ó falopas, los someten dentro de calderos ó peroles de agua caliente, cuya temperatura es menester regularizar, porque el exceso de ella perjudica á la brillantez de la seda, y lo cual

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utilizarse sus hojas para alimentar mayor número de gusanos<br />

en locales que no son muy espaciosos, tanto más<br />

que para la cria de los gusanos se necesitan 30 metros<br />

cuadrados de superficie para cada onza de semilla que se<br />

trate de avivar; y aunque se reduzca el espacio estableciendo<br />

cuatro ó seis cañizos unos sobre otros en las andanas,<br />

no deja de ser una .extension considerable en las<br />

casas de campo que no sean muy espaciosas, tanto más<br />

si se tienen muchas moreras que pueden aprovecharse.<br />

Estas crias múltiples pueden efectuarse avivando con<br />

la estufa una mitad de la semilla por ejemplo, y dejando<br />

después para la temperatura natural el nacimiento<br />

espontáneo que puede retardarse diez ó doce dias, con lo<br />

que podrá fácilmente llevarse á cabo dos crias en un corto<br />

período.<br />

Este sistema me parece más adecuado, aunque en<br />

nuestra península se tiene la costumbre de esperar á que<br />

la temperatura del aire permita el nacimiento espontáneo<br />

de los gusanos al mismo tiempo que el desarrollo de las<br />

hojas de la morera que deben servirle de alimento, y en<br />

las que se ha de pensar ante todo, aunque muchos prefieren<br />

este adelanto en la cria por la razón de que los calores<br />

pudieran influir perniciosamente en las últimas edades<br />

de los gusanos.<br />

Preparació» tie la seda.<br />

Los capullos que no se destinan para la cria de la semilla<br />

se exponen durante dos ó tres dias al calor del<br />

sol en que se ahogan, ó bien al del horno en que se ha<br />

sacado el pan, envueltos en sacos ó telas; teniendo cuidado<br />

que un excesivo ardor no destruya las calidades de<br />

la seda, puesto que bastan 50 á 60 grados centígrados.

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