Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
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deshacía: relojes, tocadiscos, cepillos de dientes eléctricos... Una vez, incluso desmontó la nevera.<br />
Como para confirmar lo que decía, el antiguo reloj de pie del salón empezó a dar lúgubremente la<br />
hora. También las había visto de todos los colores con el pequeño Edmond.<br />
–También tenía otras manías. Los escondrijos, por ejemplo. Ponía la casa patas arriba para hacerlos.<br />
Había hecho uno con cobertores y paraguas en el ático, y otro con cajas y abrigos de piel en su<br />
habitación. Le gustaba quedarse escondido allí dentro, en medio de los tesoros que amontonaba. Una<br />
vez fui a mirar, y estaba lleno de cojines y un lío de mecanismos que había ido quitándoles a las<br />
máquinas. Por otra parte, todo estaba bastante ordenado.<br />
–Todos los niños hacen esas cosas.<br />
–Puede ser, pero en él la cosa adquiría proporciones sorprendentes. No se acostaba en la cama, sólo<br />
aceptaba dormir en uno de sus nidos. Y allí se quedaba a veces días enteros sin moverse. Como si<br />
hibernase. Tu madre decía que debía haber sido ardilla en una vida anterior.<br />
Jonathan sonrió para animarla a seguir.<br />
–Un día le dio por hacerse su cabaña entre las patas de la mesa de la sala. Eso fue la gota que<br />
desbordó el vaso. Tu abuelo estalló con una furia que en él era muy poco frecuente. Le pegó una<br />
paliza, destruyó todos los nidos y le obligó a dormir en la cama. –La abuela suspiró. A partir de ese día<br />
prescindió por completo de nosotros. Fue como si le hubiesen cortado el cordón umbilical. Ya no<br />
formábamos parte de su mundo. Pero creo que esa prueba era necesaria, tenía que saber que el mundo<br />
no se amoldaría eternamente a sus caprichos. Después, al crecer, eso creó problemas. No podía<br />
soportar la escuela. Ya sé que vas a decirme «como todos los niños» Pero en él eso fue más lejos.<br />
¿Conoces a muchos niños que se ahorquen en los baños con su cinturón porque su profesor les ha<br />
reñido? Pues él se ahorcó a los siete años. Fue el empleado de la limpieza el que le descolgó.<br />
–Quizás era demasiado sensible...<br />
–¿Sensible? ¡Seguro! Un año después intentó apuñalar a uno de sus profesores con unas tijeras.<br />
Apuntó al corazón. Por suerte, sólo le estropeó la pitillera.<br />
La abuela alzó los ojos al techo. Recuerdos dispersos caían en su memoria como copos de nieve.<br />
–Luego la cosa se arregló un poco porque hubo algunos profesores que llegaron a apasionarle. Tenía<br />
sobresalientes en todas las materias que le interesaban, y en las demás cero. La cosa era siempre o cero<br />
o sobresaliente.<br />
–Mamá decía que era genial.<br />
–A tu madre le fascinaba porque él le había dicho que trataba de conseguir el «saber absoluto» Tu<br />
madre, que creía desde los diez años en las vidas anteriores, creía que era una reencarnación de<br />
Einstein o de Leonardo.<br />
–¿Además de ardilla?<br />
–¿Por qué no? «Hacen falta vidas para conformar un alma..» dijo Buda.<br />
–¿Pasó pruebas de CI?<br />
–Sí, y quedó muy mal. Puntuó veintitrés sobre ciento ochenta, lo que corresponde a subnormal leve.<br />
Los profesores creían que estaba loco y que había que meterle en un centro especializado. Sin<br />
embargo, yo sabía que no estaba loco. Sólo era un poco raro. Recuerdo que una vez cuando debía tener<br />
unos once años, me desafió a hacer cuatro triángulos equiláteros sólo con seis cerillas. No es fácil.<br />
Prueba y ya lo verás.<br />
La abuela fue a la cocina, echó un vistazo a la cacerola y volvió con seis cerillas. Jonathan dudó un<br />
momento. Parecía posible. Dispuso de diferentes maneras los seis palitos, pero después de intentarlo<br />
un buen rato tuvo que renunciar.<br />
–¿Cuál es la solución?<br />
La abuela Augusta se concentró.<br />
–Bueno, en realidad creo que no me lo dijo nunca. Todo lo que recuerdo es la frase que me dijo para<br />
ayudarme a dar con la solución: «Hay que pensar de forma diferente, si se piensa como de costumbre<br />
no se consigue nada» ¡Imagínate, un chiquillo de once años diciendo cosas semejantes! Ah, creo que<br />
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