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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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Un grupo de machos se ha lanzado tras ella. La hembra 56 acelera para que sólo la alcancen los más<br />

rápidos o los más obstinados. Ésa es la primera selección genética.<br />

Siente un contacto. Un macho se acerca a su abdomen, salta sobre ella, la escala. Es bastante<br />

pequeño, pero como ha dejado de batir las alas su peso parece considerable.<br />

La hembra pierde un poco de altura. Encima de ella, el macho se retuerce para que no le moleste el<br />

batir de las alas. Completamente desequilibrado, flexiona el abdomen para alcanzar con su dardo el<br />

sexo femenino.<br />

La hembra espera las sensaciones con curiosidad. Unos pinchazos deliciosos empiezan a invadirla.<br />

Eso le da una idea. Sin avisar, se inclina adelante y se lanza en picado. ¡Qué locura! ¡Qué magnífico<br />

éxtasis! Velocidad y sexo componen su primer combinado de placer.<br />

La imagen del macho 327 aparece furtivamente en su cerebro. El viento silba entre los pelos de sus<br />

ojos. Una savia picante hace que sus antenas se estremezcan. Una parte de su ser se convierte en un<br />

mar lleno de olas. Extraños líquidos fluyen de todas sus glándulas. Se mezclan en una sopa efervescente<br />

que se vierte en sus encéfalos.<br />

Llegada a la cima de las hierbas, reúne sus fuerzas y reemprende el batir de sus alas. Sube ahora<br />

como una flecha. Cuando recupera el equilibrio del vuelo, el macho ya no se siente muy bien. Le<br />

tiemblan las patas, sus mandíbulas no paran de abrirse y cerrarse sin motivo. Paro cardíaco. Y caída<br />

libre...<br />

En la mayor parte de las especies de los insectos, los machos están programados para morir en su<br />

primer acto de amor. Sólo tienen una ocasión, la definitiva, En cuanto los espermatozoides abandonan<br />

el cuerpo, se llevan consigo la vida de su propietario.<br />

Entre las <strong>hormigas</strong>, la eyaculación mata al macho. En otras especies es la hembra la que, una vez<br />

fecundada, mata a su bienhechor. <strong>Las</strong> emociones le han abierto el apetito.<br />

Hay que rendirse a la evidencia: el universo de los insectos es globalmente un universo de hembras,<br />

y más concretamente de viudas. Los machos sólo cumplen en él un cometido episódico...<br />

Pero ya hay un segundo genitor que se acerca a ella. Y en cuanto se va, es inmediatamente<br />

remplazado. Y acude un tercero, y muchos más. La hembra 56 ya no los cuenta. Son al menos<br />

diecisiete o dieciocho los que van relevándose para llenar su espermateca con gametos frescos.<br />

La hembra siente el líquido vivo bullir en su abdomen. Ahí está la reserva de habitantes de su futura<br />

ciudad. Millones de células sexuales macho que le permitirán desovar a diario durante quince años.<br />

A su alrededor, sus hermanas sexuadas comparten las mismas emociones. El cielo está lleno de<br />

hembras voladoras, montadas por uno o muchos machos, que copulan juntos con la misma hembra.<br />

Caravanas de amor suspendidas en las nubes. Esas damas están ebrias de cansancio y felicidad. Ya no<br />

son princesas, sino reinas. Sus reiterados placeres las han dejado agotadas y apenas pueden controlar la<br />

dirección de su vuelo.<br />

Ése es el momento que eligen cuatro majestuosas golondrinas para surgir de un cerezo en flor. No<br />

vuelan, se deslizan entre las capas de aire con helada imperturbabilidad... Se lanzan sobre las <strong>hormigas</strong><br />

aladas con los picos abiertos y se las zampan una tras otras. La hembra 56 también cae.<br />

La 103.683 está en la sala de los exploradores. Pensaba seguir ella sola la investigación<br />

infiltrándose en la termitera del Este, pero le han propuesto unirse a un grupo de exploradoras para ir a<br />

la «caza del dragón» En efecto, se ha visto un lagarto en el corral de la ciudad de Zubi-zubi-kan, que<br />

tiene el rebaño de pulgones más importante de toda la Federación: nueve millones de animales. La<br />

presencia de uno de estos saurios puede dificultar considerablemente las actividades de pastoreo.<br />

Por suerte, Zubi-zubi-kan está en la frontera este de la Federación, justo a mitad de camino entre la<br />

ciudad termita y Bel-o-kan. La 103.683 ha aceptado ir con la expedición. De esa manera, su partida<br />

pasará inadvertida.<br />

A su alrededor, las demás exploradoras se preparan minuciosamente. Llena hasta los bordes el<br />

buche social con reservas energéticas azucaradas y su bolsa con ácido fórmico. Luego se untan baba<br />

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