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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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Sexta oleada: ¡doce hembras pasan!<br />

Séptima: ¡treinta y cuatro!<br />

La 56 agita sus alas. Aún no se atreve a lanzarse. La cabeza de una hermana acaba de caer a sus<br />

pies, seguida suavemente por un poco de plumón de siniestro augurio. ¿No quería saber lo que era el<br />

gran Exterior? ¡Ah, ahora se ha quedado inmóvil!<br />

¿Se lanzará con la octava oleada? No... Y hace bien, porque ésta queda totalmente aniquilada.<br />

La princesa tiene miedo. Vuelve a hacer zumbar sus cuatro alas y se eleva un poco. Bueno, por lo<br />

menos eso funciona, no hay ningún problema, sólo que la cabeza... La invade el miedo. Hay que<br />

mantenerse lúcida. Hay muy pocas posibilidades de que lo consiga.<br />

La hembra 56 interrumpe su aleteo: setenta y tres hembras de la novena oleada acaban de pasar. <strong>Las</strong><br />

obreras lanzan feromonas de ánimo. Renace la esperanza. ¿Saldrá con la décima oleada?<br />

Mientras lo está dudando, descubre de repente, un poco más allá, a la pequeña coja y a la corpulenta<br />

asesina que ahora tiene sus ojos muertos. No hace falta más para que se decida. Se lanza a volar. <strong>Las</strong><br />

mandíbulas de las otras dos se cierran en el vacío. Han fallado por poco.<br />

La hembra 56 se mantiene un momento a media altura entre la Ciudad y la nube de pájaros. Luego<br />

la rodea la décima oleada en su vuelo, y ella lo aprovecha, se lanza también directamente hacia la<br />

trampa aérea. Sus dos vecinas caen, mientras ella pasa inopinadamente entre las uñas de un abejaruco.<br />

Simple cuestión de suerte.<br />

Y ahí van catorce hembras más que han salido indemnes de la tercera oleada. Pero la 56 no se hace<br />

ilusiones. Sólo ha superado la primera prueba. Lo más duro aún tiene que llegar. La hembra conoce las<br />

cifras. Por regla general, de mil quinientas princesas que emprenden el vuelo, diez llegan a tierra sin<br />

problemas. Cuatro reinas, en la hipótesis más optimista, conseguirán construir su ciudad.<br />

A VECES, CUANDO: A veces, cuando paseo en verano, me doy cuenta de que he pisado una<br />

especie de mosca. La miro mejor: es una hormiga reina. Y si hay una, hay mil.<br />

Se retuercen en el suelo. Los zapatos de la gente las aplastan, o bien chocan con los<br />

parabrisas de los automóviles. Están agotadas, ya no tienen ningún control de su vuelo.<br />

¿Cuántas ciudades han quedado aniquiladas de esa manera, con un simple golpe de<br />

limpiaparabrisas en una carretera durante el verano?<br />

83<br />

EDMOND WELLS<br />

Enciclopedia del sabor relativo y absoluto.<br />

Mientras la hembra 56 acciona sus largas alas, percibe tras ella la muralla de plumas que se cierra<br />

sobre la undécima oleada y la duodécima. ¡Desdichadas! Cinco oleadas de hembras más y la Ciudad<br />

habrá agotado todas sus esperanzas.<br />

No piensa más en ello, atraída por el azul infinito. ¡Es todo tan azul! Es fantástico hender los aires<br />

para una hormiga que no ha conocido más que la vida bajo tierra. Le parece estar moviéndose en otro<br />

mundo. Ha abandonado las estrechas galerías a cambio de un espacio vertiginoso en el que todo estalla<br />

en tres dimensiones.<br />

Descubre intuitivamente todas las posibilidades del vuelo. Cargando su peso sobre este ala, vira a la<br />

derecha. Sube al modificar el ángulo de ataque de las dos alas. Baja. Acelera... Se da cuenta de que<br />

para trazar un viraje perfecto ha de situar los extremos de las alas en un eje imaginario y no dudar en<br />

colocar su cuerpo en un ángulo de más de 45°.<br />

La hembra 56 descubre que el cielo no está vacío. Nada de eso. Está lleno de corrientes. Algunas,<br />

las de «convección», la hacen subir. Los baches de aire, por el contrario, hacen que pierda altitud. Sólo<br />

puede descubrirlos observando a los insectos que van delante, y según sus movimientos anticipar...<br />

Tiene frío. Hace frío ahí arriba. A veces hay torbellinos, borrascas de aire tibio o helado que la<br />

hacen girar como un trompo.

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