Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
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La lomechuse.<br />
El pasadizo secreto en el granito.<br />
Sin dejar de andar, baraja sus recuerdos y se considera una privilegiada. Ninguna de sus hermanas<br />
ha vivido tales aventuras, antes incluso de abandonar la Ciudad.<br />
<strong>Las</strong> asesinas con olor a rocas... La lomechuse... el pasadizo secreto en el granito...<br />
La locura no supone explicación ninguna, tratándose de individuos tan numerosos. ¿Mercenarias<br />
que espían en beneficio de las termitas? No, la cosa no resulta bien así; no serían tantas ni estarían tan<br />
bien organizadas.<br />
Y queda en todo caso un punto que no cuadra con nada: ¿por qué hay reservas de alimentos bajo la<br />
Ciudad? ¿Para alimentar a los espías? No, hay tanto alimento como para engordar a millones de<br />
individuos... Y no son millones.<br />
Y esa sorprendente lomechuse. Es un animal de superficie. Y es imposible que haya bajado por sí<br />
misma hasta el nivel -50. Así que la han transportado hasta allí. Pero en cuanto uno se acerca a ese<br />
insecto, es fuera de sus efluvios. Hace falta, pues, un grupo bastante numeroso para envolver al<br />
monstruo con hojas livianas y trasladarlo discretamente hasta allá abajo.<br />
Cuanto más piensa en ello, más cuenta se da de que todo ello requiere unos medios considerables. Y<br />
de hecho, mirando las cosas de frente, todo ocurre como si parte del Nido tuviese un secreto y<br />
estuviese protegiéndolo encarnizadamente contra sus mismas hermanas.<br />
Unos contactos desconocidos rozan su cabeza. Se detiene. Sus congéneres creen que desfallece de<br />
emoción antes del vuelo nupcial. Es algo que a veces ocurre, ¡las sexuadas son tan sensibles! Se lleva<br />
las antenas a la boca. Repite rápidamente para sí: la expedición número uno aniquilada, el arma<br />
secreta, las treinta legionarias muertas, la lomechuse, el pasaje secreto en la roca granítica, las reservas<br />
de alimentos...<br />
¡Eso es! ¡Oh, sí! ¡Ya lo ha comprendido! Y se lanza contra corriente. ¡Ojalá no sea demasiado<br />
tarde!<br />
EDUCACIÓN. La educación de las <strong>hormigas</strong> sigue las siguientes etapas:<br />
–Del primer día al décimo, la mayoría de los jóvenes atienden a la reina ponedora. La cuidan,<br />
la lamen, la acarician. En correspondencia, ella les unía su saliva nutritiva y desinfectante.<br />
–Del undécimo al vigésimo día, las obreras adquieren el derecho de cuidar de los capullos.<br />
Del vigésimo primer día al trigésimo, vigilan y alimentan a las larvas más jóvenes.<br />
Del trigésimo primero al cuadragésimo día, se entregan a tareas domésticas y de policía,<br />
mientras siguen cuidando a la reina madre y a las ninfas.<br />
–El cuadragésimo día es una fecha importante. <strong>Las</strong> obreras, a las que se considera ya<br />
suficientemente experimentadas, tienen derecho a salir de la Ciudad.<br />
–Del cuadragésimo día al quincuagésimo, sirven como guardianas o bien como ordeñadoras<br />
de pulgones.<br />
Desde el quincuagésimo hasta los últimos días de sus vidas, pueden acceder a la ocupación<br />
más apasionante para una hormiga ciudadana: la caza y la exploración en parajes<br />
desconocidos.<br />
Nota: A partir del undécimo día, los sexuados ya no están obligados a trabajar. Permanecen<br />
ociosos la mayor parte del tiempo, encerrados en sus estancias hasta el día del vuelo nupcial.<br />
77<br />
EDMOND WELLS<br />
Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />
También el macho 327 se prepara. En intercambio antenar, los demás machos no hablan más que de<br />
hembras. Muy pocos las han visto. O en su caso no fueron más que visiones furtivas de los corredores<br />
de la Ciudad prohibida. Muchos de ellos elucubran. Se las imaginan con perfumes embriagadores, de