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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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Jean, escupiéndole en la cara. Este se le vino encima y le mordió una pierna hasta hacerle sangre. Los<br />

tres jóvenes humanos rodaron debajo de las camas, golpeándose como gitanos. Nicolás quedó<br />

finalmente debajo.<br />

–¡Dinos lo que les ha pasado a tus padres o te haremos comer <strong>hormigas</strong>!<br />

A Jean se le había ocurrido eso en el calor de la pelea. Y no se sentía nada descontento de la frase.<br />

Mientras mantenía al nuevo de espaldas en el suelo, Philippe corrió a buscar algunos himenópteros,<br />

que no escaseaban en aquel lugar, volvió y los agitó ante la cara de Nicolás.<br />

–¡Mira! ¡Fíjate en lo gordas que están!<br />

(Como si las <strong>hormigas</strong>, cuyo cuerpo está rodeado por un rígido caparazón, pudiesen tener capas de<br />

grasa.)<br />

Luego, le pellizcó la nariz para obligarle a abrir la boca, en la que arrojó con repugnancia tres<br />

jóvenes obreras que verdaderamente tenían otras cosas que hacer. Y Nicolás tuvo entonces la mayor<br />

sorpresa de su vida. Estaban deliciosas.<br />

Los otros, sorprendidos al ver que no escupía el infame alimento, quisieron probarlo a su vez.<br />

La sala de las garrafas de melado es una de las más recientes innovaciones de Bel-o-kan. La<br />

tecnología de las «garrafas» la tomaron de las <strong>hormigas</strong> del Sur, que después de los grandes calores no<br />

dejan de moverse hacia el Norte.<br />

Es cosa bien sabida que con ocasión de una guerra victoriosa contra estas <strong>hormigas</strong>, la Federación<br />

descubrió su sala de calabazas. La guerra es la mejor fuente y el mejor vector de circulación de<br />

inventos en el mundo de las sociedades de insectos.<br />

En un primer momento, las legionarias belokanianas quedaron horrorizadas al ver, ¿qué? Unas<br />

obreras condenadas a pasar toda su vida suspendidas del techo, cabeza abajo y con el abdomen tan<br />

hinchado que era dos veces más grueso que el de una reina. <strong>Las</strong> sudistas explicaron que esas <strong>hormigas</strong><br />

«sacrificadas» eran garrafas vivientes, capaces de mantener frescas increíbles cantidades de néctar,<br />

rocío o melado.<br />

En resumen, había bastado llevar al extremo la idea del «buche social» para desembocar en la de<br />

«hormiga cisterna» –y llevarla a la práctica. <strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> acudían a cosquillear el abdomen de esos<br />

refrigeradores vivientes y éstos entregaban entonces gota a gota, o incluso a chorro, sus preciosos<br />

jugos.<br />

<strong>Las</strong> sudistas resistían gracias a este sistema las grandes olas de sequía que castigan las regiones<br />

tropicales. Y cuando emigraban, se llevaban con ellas sus recipientes bajo el brazo y se mantenían<br />

perfectamente hidratadas a lo largo de todo el viaje. De creer lo que decían, los recipientes eran tan<br />

preciosos como los huevos.<br />

<strong>Las</strong> belokanianas copiaron entonces la técnica de los recipientes, pero viendo en ella sobre todo el<br />

especial interés de poder almacenar grandes cantidades de alimento con una calidad en su<br />

conservación y con una higiene sin igual.<br />

Todos los machos y hembras de la Ciudad se presentan en la sala de los recipientes para llenarse de<br />

azúcar y agua. Ante cada receptáculo viviente hay una larga cola de peticionarios alados. 327 y 56<br />

abrevan juntos y luego se separan.<br />

Cuando todos los sexuados y todas las artilleras han pasado ya, las <strong>hormigas</strong>-cisterna están vacías.<br />

Un ejército de obreras se apresura a reaprovisionar con néctar, rocío y melado los abdómenes hasta<br />

que éstos recuperan su forma de pequeños globos brillantes.<br />

Nicolás, Philippe y Jean fueron sorprendidos por un celador y castigados a la vez. Así se<br />

convirtieron en los mejores amigos del orfanato.<br />

Se les encontraba lo más a menudo en el refectorio, ante el televisor. Ese día estaban viendo un<br />

episodio de la interminable serie Extraterrestre y orgulloso de serlo.<br />

Lanzaron una exclamación y se dieron con el codo al ver que lo que contaba el episodio era la<br />

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