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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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característicos de los cadáveres mirmeceanos al secarse, saturan el aire. A las cuatro y media, las rojas<br />

y las enanas que aún se mantienen en pie al menos sobre dos patas siguen hiriéndose bajo las<br />

amapolas. <strong>Las</strong> luchas no cesan hasta las cinco debido a un trueno que anuncia un inmediato aguacero.<br />

Es como si el cielo ya tuviera suficiente violencia. A no ser que se trate de un chaparrón de marzo que<br />

llega retrasado.<br />

<strong>Las</strong> supervivientes y las heridas se retiran. Balance: cinco millones de muertos, cuatro de ellos,<br />

enanas. La-chola-kan ha sido liberada.<br />

En todo lo que alcanza la vista, el suelo está sembrado de cuerpos desarticulados, corazas rotas,<br />

muñones siniestros agitados de vez en cuando por un último soplo de vida. Y por todas partes hay<br />

sangre transparente como el barniz y charcos de ácido amarillento.<br />

Algunas enanas, todavía empantanadas en la cola, se debaten creyendo que podrán llegar hasta su<br />

Ciudad. Y los pájaros acuden a picotearlas rápidamente antes de que caiga la lluvia.<br />

Los relámpagos iluminan las nubes de color de antracita y hacen brillar algunas armaduras de<br />

tanques cuyas mandíbulas aún se mantienen arrogantemente erguidas; es como si esas puntas sombrías<br />

quisiesen aún perforar el lejano cielo. Y una vez se han recogido los actores, la lluvia limpia el<br />

escenario.<br />

La mujer estaba hablando con la boca llena.<br />

–¿Bilsheim?<br />

–¿Sí?<br />

–Hummm, hummm... ¿Se burla usted de mí, Bilsheim? ¿Ha visto los periódicos? ¿No era de los<br />

suyos el inspector Galin? ¿No es aquel muchacho tan molesto que pretendía tutearme los primeros<br />

días?<br />

Era Solange Doumeng, la directora de la PJ.<br />

—Pues si, me parece que sí.<br />

–Le había dicho que se desembarazase de él, y ahora me lo encuentro en plan de estrella póstuma.<br />

¡Está usted acabado! ¿Qué le ha pasado a usted para que se le ocurriese enviar a alguien con tan poca<br />

experiencia a hacerse cargo de un asunto tan grave?<br />

–Galin no es un hombre sin experiencia; incluso es un elemento excelente. Pero creo que hemos<br />

subestimado el problema..<br />

–Los buenos elementos son los que encuentran soluciones y los malos los que buscan excusas.<br />

–Hay problemas en que incluso los mejores...<br />

–Hay asuntos en los que incluso nuestros peores hombres tienen el deber de salir airosos. Ir a<br />

rescatar a un matrimonio a una bodega forma parte de esta categoría.<br />

–Perdóneme, pero...<br />

–¿Sabe usted lo que puede hacer con sus excusas, querido? Me hará usted el favor de volver al<br />

fondo de esa bodega y sacar de ahí a todos ellos. Galin, su héroe, merece cristiana sepultura. Y quiero<br />

un artículo elogioso sobre nuestro servicio antes de fin de mes.<br />

–Pero...<br />

–¡Basta de historias! ¡También quiero que mantenga la boca cerrada! No le dirá nada a la Prensa<br />

hasta que este asunto esté listo. Lleve si quiere a seis números y material extra. Eso es todo.<br />

–Pero y si...<br />

—Y si fracasa usted, ¡tenga en cuenta que haré lo necesario para estropearle el retiro!<br />

Y colgó.<br />

El comisario Bilsheim sabía cómo tratar a todo tipo de locos, menos a ella. Así que se resignó a<br />

idear un plan para bajar a la bodega.<br />

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