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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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sucumbiese el pasado año en 2° para que por fin cayesen en la cuenta de que tenían que vérselas con<br />

unas adversarias temibles.<br />

Pero si las rojas habían subestimado a las enanas, las enanas no había considerado a las rojas en su<br />

justo valor. Niziu-ni-kan era una ciudad muy pequeña, pero formaba parte de la Federación. Al día<br />

siguiente de la victoria enana, doscientas cuarenta legiones de mil doscientos soldados cada una fueron<br />

a complicarles las cosas. El resultado del combate estaba cantado, lo que no impidió que las enanas<br />

combatiesen encarnizadamente. De manera que las tropas federadas necesitaron un día entero para<br />

entrar en la ciudad liberada.<br />

Se descubrió entonces que las enanas habían instalado en Niziu-ni-kan, no una, sino... doscientas<br />

reinas. Fue algo que dejó a todo el mundo atónito.<br />

EJÉRCITO DE OFENSIVA. <strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> son los únicos insectos sociales que mantienen un<br />

ejército de ofensiva.<br />

<strong>Las</strong> termitas y las abejas, especies monárquicas y legitimistas menos refinadas, sólo utilizaban<br />

a sus soldados en la defensa de la ciudad o para la protección de las obreras que se han alejado<br />

del nido. Es relativamente raro ver una termitera o un panal haciendo una campaña de<br />

conquista territorial. Aunque se ha dado.<br />

63<br />

EDMOND WELLS<br />

Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />

<strong>Las</strong> reinas enanas prisioneras refirieron la historia y las costumbres de las enanas. Era una historia<br />

extravagante.<br />

Según ellas, las enanas vivían hace mucho tiempo en otro país, a cientos de miles de cabezas de<br />

distancia.<br />

Este país era muy diferente del bosque de la Federación. Había en él grandes frutos, llenos de<br />

colorido y muy azucarados. Por otra parte, no había invierno ni tampoco hibernación. En esta tierra de<br />

maravillas, las enanas habían construido Shi-gae-pu la «antigua», ella misma ciudad procedente de una<br />

dinastía muy antigua. Este nido está al pie de un laurel rosa.<br />

Entonces, ocurrió que el laurel rosa y la arena que lo rodeaba fueron un día arrancados del suelo<br />

para ser depositados en una caja de madera. <strong>Las</strong> enanas intentaron huir de la caja, pero ésta fue<br />

depositada en el interior de una estructura gigantesca y muy dura. Y cuando llegaron a las fronteras de<br />

esa estructura, cayeron al agua. Había agua salada hasta donde alcanzaba la vista.<br />

Muchas enanas se ahogaron en el intento de llegar a la tierra de sus ancestros, y luego la mayoría<br />

decidió que lo mismo daba y que había que sobrevivir en esa estructura inmensa y dura rodeada de<br />

agua salada. Y pasaron días y días.<br />

<strong>Las</strong> enanas se daban cuenta, gracias al órgano de Johnston, de que se desplazaban muy de prisa,<br />

recorriendo una distancia fenomenal.<br />

Pasarnos por un centenar de barreras magnéticas terrestres. ¿Hasta dónde iba eso a llevarnos?<br />

Hasta aquí. Nos desembarcaron junto con el laurel rosa. Y nosotras hemos descubierto este mundo, su<br />

fauna y su flora exótica.<br />

El cambio resultó decepcionante. Los frutos, las flores, los insectos eran más pequeños y tenían<br />

menos colorido. Habían dejado un país rojo, amarillo y azul para ir a parar a otro verde, negro y<br />

marrón.<br />

Y luego estaban el invierno y el frío que lo paralizaban todo. Allí en su país, no sabían siquiera que<br />

el frío existiese, lo único que las obligaba a descansar era el calor.<br />

<strong>Las</strong> enanas arbitraron diferentes soluciones para luchar contra el frío. Los dos métodos más eficaces<br />

eran atiborrarse de azúcares y untarse baba de caracol.<br />

En cuanto al azúcar, recogían la fructosa de las fresas, las moras y las cerezas. En cuanto a las

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