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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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ella. Los pasos eran nerviosos, como si esos seres fuesen tímidos, como si no se atreviesen a acercarse.<br />

Lucie se detuvo para escrutar la oscuridad del fondo con la linterna. Cuando vio el origen del ruido,<br />

exhaló un alarido inhumano. Pero nadie podía oírla, estando ella donde estaba.<br />

El sol sale para todos los seres de la Tierra.<br />

Reanudan el descenso. Nivel -36. 103.683 conoce bien el lugar y piensa que pueden salir sin<br />

peligro. <strong>Las</strong> guerreras con olor a roca no han podido seguirles hasta ahí.<br />

Desembocan en unas galerías bajas completamente desiertas. En algunos lugares se ven agujeros, a<br />

derecha e izquierda, de viejos graneros abandonados hace por lo menos tres hibernaciones. El suelo<br />

está resbaladizo. Debe de haber filtraciones de humedad. Por tal razón esta zona, consideraba<br />

insalubre, se ha convertido en uno de los barrios de peor fama de Bel-o-kan.<br />

Huele mal.<br />

El macho y la hembra no se sienten muy seguros. Perciben presencias hostiles, antenas que les<br />

espían. El lugar debe de estar lleno de insectos parásitos y fuera de la ley.<br />

Siguen adelante, con las mandíbulas dispuestas, por lúgubres salas y túneles. Un chirrido agudo les<br />

sobresalta de repente. El sonido no cambia de tonalidad y forma una melopea hipnótica que resuena en<br />

las cavernas fangosas.<br />

Según la soldado, son grillos. El ruido son sus cantos de amor. <strong>Las</strong> dos <strong>hormigas</strong> sexuadas sólo se<br />

tranquilizan a medias. Resulta increíble que unos grillos actúen con tanta insolencia ante las tropas<br />

federales en el mismo interior de la Ciudad.<br />

103.683 no está sorprendida. ¿No dice una sentencia de la última Madre: Más vale consolidar los<br />

puntos fuertes que querer controlarlo todo? Ése es el resultado.<br />

Suenan otros ruidos diferentes. Como si alguien cavase muy de prisa. ¿Les habrán alcanzado las<br />

guerreras con olor a roca? No... Dos manos aparecen ante ellos. Forman una especie de rastrillo. <strong>Las</strong><br />

manos excavan y llevan la tierra atrás, propulsando un enorme cuerpo negro.<br />

Ha de ser un topo.<br />

<strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> se quedan inmóviles, con las mandíbulas dispuestas.<br />

Es un topo.<br />

Torbellino de tierra. Bola de pelo negro y garras blancas. El animal parece nadar entre las capas<br />

sedimentarias como una rana en un lago. <strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> se quedan sin movimiento, soldadas a la<br />

arcilla. Pero salen del encuentro indemnes. La máquina excavadora pasa. El topo sólo estaba buscando<br />

gusanos. Su mayor placer es morderles los ganglios nerviosos para paralizarlos, y luego almacenarlos<br />

vivos en su madriguera.<br />

<strong>Las</strong> tres <strong>hormigas</strong> se desincrustan de la arcilla y reanudan su camino después de lavarse<br />

metódicamente una vez más.<br />

Acaban de entrar en un pasadizo muy estrecho y muy alto. La soldado que hace de guía emite un<br />

olor de alerta señalando el techo, que está tapizado de chinches rojas con manchas negras. Son unas<br />

buscapleitos diabólicas.<br />

Esos insectos de tres cabezas de largo (nueve milímetros) parecen tener en la espalda el dibujo de<br />

unos ojos. Se alimentan por lo general con la carne de los insectos muertos y, a veces, con insectos<br />

decididamente vivos.<br />

Una de las chinches se deja caer sobre el trío. Antes de que haya podido llegar al suelo, 103.683<br />

lleva su abdomen bajo el tórax y lanza un chorro de ácido fórmico. Cuando el buscapleitos aterriza se<br />

ha metamorfoseado ya en mermelada caliente.<br />

<strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> se lo comen a toda prisa y luego cruzan la estancia antes de que les venga encima otro<br />

de esos monstruos.<br />

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