Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
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¿Quién hay ahí?<br />
<strong>Las</strong> dos antenas avanzan, desvelando una cabeza, luego un tórax y un abdomen. Es la pequeña coja<br />
con olor a roca.<br />
Quieren echársele encima, pero tras ella se perfilan las mandíbulas de un centenar de soldados<br />
armadas para la batalla. Todas huelen a roca.<br />
¡Huyamos por el pasadizo secreto! dice la hembra 56.<br />
Aparta el cierre y descubre el subterráneo, Luego, batiendo las alas, se eleva hasta rozar el techo,<br />
desde donde dispara ácido contra los primeros intrusos. Sus dos compañeros huyen, mientras un<br />
mensaje brutal espolea a la tropa de guerreras.<br />
¡Matadlos!<br />
56 se lanza a su vez por el agujero y unos chorros de ácido la marran por poco. ¡De prisa!<br />
¡Atrapadles! Centenares de patas se lanzan en su persecución. Esas espías son tremendamente<br />
numerosas. Se precipitan tumultuosamente por el orificio para atrapar al trío.<br />
Con el vientre arrastrando y las antenas echadas atrás, el macho, la hembra y la soldado se lanzan<br />
por el pasadizo, que ya no tiene nada de secreto. Salen así de la zona del gineceo y bajan a los niveles<br />
inferiores. El estrecho corredor desemboca en seguida en una encrucijada. A partir de ahí se<br />
multiplican las bifurcaciones, pero 327 consigue orientarse y guía a sus compañeras de desventuras.<br />
De repente, en un ángulo de un túnel se encuentran ante un grupo de soldados que se precipitan en<br />
su dirección. ¡Es increíble! La coja ya les ha alcanzado. El maquiavélico insecto conoce<br />
decididamente todos los atajos.<br />
Los tres fugitivos se baten en retirada. Cuando por fin consiguen descansar un poco, 103.683 dice<br />
que preferiría no luchar en el terreno de los otros, que circulan con demasiada facilidad por ese dédalo<br />
de pasadizos.<br />
Cuando el enemigo parece más fuerte que tú, actúa de manera que escapes a su comprensión. Este<br />
antiguo aforismo de la primera Madre se aplica perfectamente a esta situación. 65 tiene una idea:<br />
propone camuflarse en el interior de un muro.<br />
Antes de que las guerreras con olor a roca les hayan localizado, cavan con todas sus fuerzas en una<br />
pared lateral, atacando la tierra y apartándola a mandíbulas llenas. Se cubren de arena hasta los ojos y<br />
las antenas. A veces, para ir más de prisa, tragan grandes bocados de tierra. Cuando la cavidad es ya<br />
bastante profunda, se apelotonan en ella, rehacen el muro y esperan. Sus perseguidoras llegan, y pasan<br />
a toda carrera. Pero no tardan en volver, esta vez bastante más despacio. Hay algo tras ese ligero<br />
tabique...<br />
Pero no, no se han dado cuenta de nada. Sin embargo, es imposible quedarse ahí. El enemigo<br />
acabará detectando algunas de sus moléculas. Entonces, vuelven a excavar. 103.683, que tiene las<br />
mandíbulas más grandes, va delante; los otros dos apartan la arena y la amontonan tras de sí.<br />
<strong>Las</strong> asesinas han comprendido la maniobra. Sondean las paredes y encuentran su rastro. Se ponen a<br />
trabajar frenéticamente. <strong>Las</strong> tres <strong>hormigas</strong> toman por una curva descendente. En cualquier caso, en esa<br />
melaza negra no es fácil seguir nada ni a nadie. Cada segundo que pasa, nacen tres corredores y dos se<br />
cierran. ¡Vaya uno a hacer un mapa de la ciudad que sea digno de confianza en tales condiciones! <strong>Las</strong><br />
únicas referencias fijas son la cúpula y el tocón.<br />
<strong>Las</strong> tres <strong>hormigas</strong> se hunden lentamente en la carne de la Ciudad. A veces tropiezan con una larga<br />
liana. En realidad son tallos de hiedra que han plantado las <strong>hormigas</strong> agriculturas para que la Ciudad<br />
no se hunda con las lluvias. Llega un momento en que la tierra se hace más dura y sus mandíbulas<br />
tropiezan con piedra. Se impone dar un rodeo.<br />
<strong>Las</strong> dos <strong>hormigas</strong> sexuadas no perciben las vibraciones de sus perseguidoras. El trío decide<br />
detenerse. Se encuentran en una bolsa de aire en el corazón de Bel-o-kan. Es un lugar impermeable,<br />
inodoro, desconocido para todos. Una isla desierta. ¿Quién daría con ellos en esta minúscula caverna?<br />
Se sienten aquí como en el óvalo sombrío del abdomen de su madre.<br />
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