Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
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–Bueno, pues liberémonos entonces.<br />
–¿Cómo?<br />
–Colúmpiese hasta que llegue a mis manos.<br />
El hombre se contorsionó y llegó a convertirse en una péndulo viviente. Cuando hubo soltado las<br />
ligaduras de Edmond, todos fueron quedando libres, uno tras otro, utilizando la misma técnica.<br />
Luego, el tío dijo:<br />
–Haced lo mismo que yo.<br />
Y dando saltitos fue avanzando de cuerda en cuerda hacia la última horca de la hilera. Los demás le<br />
imitaron.<br />
–¡No podemos seguir adelante! Ya no hay nada más después de esta viga y nos descubrirán.<br />
–Mirad, hay un agujerito en la viga. Vamos.<br />
Edmond saltó entonces hacia la viga, se volvió minúsculo y desapareció en el interior. Jonathan y<br />
luego el señor gordo hicieron lo mismo. Lucie se dijo que ella no lo conseguiría nunca, y sin embargo<br />
se lanzó hacia el tarugo de madera y ¡entró por el agujero!<br />
En el interior, había una escalera de caracol. Subieron por ella de cuatro en cuatro. Ya se oían los<br />
gritos de los soldados que se habían dado cuenta de su fuga. «¡Los gringos, los gringos, cuidado» Y<br />
ruido de botas y de fusiles. Iban a darles caza.<br />
La escalera desembocaba en una habitación de hotel moderna y con vistas al mar. Entraron y<br />
cerraron la puerta. Era la habitación 8. Con el golpe de la puerta al cerrarse, el 8 vertical pasó a ser un<br />
8 horizontal, símbolo del infinito. La habitación era lujosa y en ella se sentían al resguardo de los soldadotes.<br />
Entonces, cuando todo el mundo respiraba con alivio, Lucie le saltó de repente a la garganta de su<br />
marido.<br />
–¡Hemos de pensar en Nicolás! ¡Hemos de pensar en Nicolás!<br />
Y le dejó sin sentido con un antiguo jarrón en el que aparecía pintado Hércules niño ahogando a la<br />
Serpiente. Jonathan cayó en la alfombra, donde se transformó... en un langostino sin caparazón que se<br />
retorcía de una manera ridícula.<br />
El tío Edmond se dirigió a ella.<br />
–Lo siente, ¿verdad?<br />
–No le entiendo.<br />
–Pues comprenderá –dijo el hombre, sonriendo. Sígame.<br />
La precedió al balcón, de cara al mar, y chasqueó los dedos. Seis cerillas encendidas bajaron<br />
inmediatamente de las nubes y se alinearon en su mano.<br />
–Escúcheme bien –dijo el hombre. Siempre se piensa de la misma manera. Siempre aprendemos el<br />
mundo de la misma manera banal. Es como si sólo tomasen fotografías con un gran angular. Eso da<br />
una visión de la realidad, pero no es la única. HAY... QUE... PENSAR... DE OTRA... MANERA...<br />
<strong>Las</strong> cerillas giraron en el espacio un momento y luego se reunieron en el suelo. Se arrastraban,<br />
como si estuviesen vivas, para formar...<br />
Al día siguiente, con fiebre, Lucie compraba un soplete. Consiguió por fin acabar con la cerradura.<br />
Cuando se disponía a franquear el umbral de la bodega, Nicolás, aún medio dormido, apareció en la<br />
cocina.<br />
–¡Mamá! ¡A dónde vas?<br />
–Voy a buscar a tu padre. Se toma por una nube capaz de cruzar las montañas. Voy a ver si no está<br />
exagerando un poco. Ya te contaré...<br />
–No, mamá, no te vayas, no te vayas... Me quedaré solo.<br />
–No te preocupes, Nicolás, volveré a subir, no tardaré mucho. Espérame...<br />
Iluminó la abertura de la bodega. El lugar estaba en tinieblas, tan oscuro...<br />
Iluminó la abertura de la bodega. El lugar estaba en tinieblas, tan oscuro...<br />
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