Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
–Sí, mamá.<br />
Lucie le ahuecó la almohada y le dio un beso.<br />
–Ahora tienes que dormir. Buenas noches.<br />
–Buenas noches, mamá.<br />
Lucie vio las cerillas en la mesita de noche. Debía de haber estado intentando formar los cuatro<br />
triángulos. Lucie volvió a la sala y volvió a coger el libro de arquitectura que hablaba de la historia de<br />
la casa.<br />
Muchos científicos habían vivido en ella. Sobre todo científicos protestantes. Miguel Servet, por<br />
ejemplo, había estado unos años.<br />
Un párrafo le llamó especialmente la atención. Según lo que decía, durante las guerras de religión se<br />
había excavado un paso subterráneo para que los protestantes pudieran huir fuera de la ciudad. Un<br />
subterráneo de una profundidad y una longitud poco corrientes.<br />
Los tres insectos se instalan formando triángulo para llevar a cabo una CA. Así no hará falta que<br />
cuenten sus aventuras, sabrán instantáneamente todo lo que ha ocurrido como si fuesen un solo cuerpo<br />
que se hubiese dividido en tres.<br />
Unen las antenas. Los pensamientos empiezan a circular, a fusionarse. Cada cerebro actúa como un<br />
transistor que conduce enriqueciéndolo el mensaje eléctrico que él mismo recibe, Tres espíritus<br />
<strong>hormigas</strong> así unidos trascienden las simples sumas de sus talentos.<br />
Pero de repente el encanto se rompe. 103.683 ha sentido un olor parásito. <strong>Las</strong> paredes tienen<br />
antenas. Más concretamente, dos antenas que pasan más allá del orificio de entrada de la estancia de<br />
56. Alguien les está escuchando...<br />
Es medianoche. Hacía ya dos horas que Jonathan no había vuelto a subir. Lucie paseaba nerviosa<br />
por la sala. Fue a ver a Nicolás, que dormía profundamente, cuando su mirada se vio atraída por algo.<br />
<strong>Las</strong> cerillas. Tuvo en ese momento la intuición de que podía haber un principio de respuesta para el<br />
enigma de la bodega en el enigma de las cerillas. Cuatro triángulos equiláteros formados con seis<br />
palitos...<br />
«Hay que pensar de manera diferente, si se piensa como de costumbre no se llega a ninguna parte»,<br />
decía y repetía Jonathan. Tomó las cerillas y volvió a la sala, donde estuvo jugando con ellas un buen<br />
rato. Por fin, agotada por la angustia, fue a acostarse.<br />
Esa noche tuvo un sueño extraño. En primer lugar vio al tío Edmond, o por lo menos un personaje<br />
que correspondía a la descripción que de él le había hecho su marido. Estaba en una especie de larga<br />
cola que se prolongaba en pleno desierto, entre guijarros. Unos soldados mexicanos estaban junto a la<br />
cola y vigilaban que «todo fuese bien» A lo lejos se veía una docena de horcas donde colgaban a la<br />
gente. Cuando ya estaban rígidos, los descolgaban y ahorcaban a otros. Y la fila iba avanzando...<br />
Tras Edmond estaban Jonathan, ella misma, y luego un hombre gordo con garitas muy pequeñas.<br />
Todos los condenados a muerte conversaban tan tranquilamente, como si no pasase nada.<br />
Cuando por fin les pasaron la cuerda por el cuello y les colgaron, a los cuatro juntos, no hicieron<br />
más que esperar tontamente. El tío Edmond se decidió a hablar en primer lugar, con voz ronca –y con<br />
motivo.<br />
–¿Qué estamos haciendo aquí?<br />
–No lo sé... Vivimos. Hemos nacido, de manera que vivimos el mayor tiempo posible. Pero creo<br />
que la cosa se está acabando –repuso Jonathan.<br />
–Querido sobrino, eres un pesimista. Es cierto que estamos en la horca y rodeados por soldados<br />
mexicanos, pero no es más que un albur de la vida, no un fin, sólo un albur. Además, esta situación<br />
tiene por la fuerza arreglo. ¿Estáis bien atados, vosotros, los de ahí atrás?<br />
–Pues no –dijo el hombre grueso. Yo puedo deshacerme de estas ligaduras.<br />
Y lo hizo.<br />
52