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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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predeterminada. La hormiga recién nacida es demasiado débil para romper por sí misma el<br />

capullo que la aprisiona. El bebé humano tampoco es capaz de andar o de nutrirse solo.<br />

<strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> y los seres humanos son especies formadas para ser asistidas por el entorno y<br />

no saben o no pueden aprender solos.<br />

Esta dependencia de los adultos es ciertamente una debilidad, aunque pone en marcha otro<br />

proceso: la búsqueda del saber. Si los adultos pueden sobrevivir mientras los jóvenes son<br />

incapaces, estos últimos están obligados desde el principio a reclamar conocimientos a los más<br />

viejos.<br />

47<br />

EDMOND WELLS<br />

Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />

Nivel -20. La hembra 56 aún no está hablando del arma secreta de las enanas con las agriculturas; lo<br />

que ve la apasiona demasiado como para que puede emitir cualquier cosa.<br />

Ya que la casta de las hembras es especialmente preciosa, estas últimas viven toda su infancia<br />

encerradas en el gineceo de las princesas. A menudo no conocen del mundo más que un centenar de<br />

corredores y pocas de ellas se han aventurado por encima del décimo nivel del subsuelo o por encima<br />

del décimo superior...<br />

Una vez, 56 había intentado salir para ver el gran Exterior del que le habían hablado las nodrizas,<br />

pero unas centinelas la volvieron atrás. Podía disimular más o menos sus olores, pero no sus grandes<br />

alas. <strong>Las</strong> guardianas le advirtieron entonces de que fuera había monstruos gigantescos, que se comían<br />

a las princesitas que salían antes de la fiesta del Renacimiento. Desde entonces, 56 se mantuvo entre la<br />

curiosidad y el temor.<br />

Una vez de regreso en el nivel -20, cae en la cuenta de que antes de recorrer el gran Exterior salvaje<br />

aún tiene muchas maravillas que descubrir en su propia ciudad. Ahora, lo que ve por primera vez son<br />

los criaderos.<br />

En la mitología belokaniana se dice que los primeros criaderos se descubrieron en el transcurso de<br />

la guerra de los Cereales, en el milenio cincuenta mil. Un comando de artilleras acababa de invadir una<br />

ciudad termita. De repente, entraron en una sala de proporciones colosales. En su centro se erguía un<br />

enorme bizcocho blanco que un centenar de obreras termitas no dejaban un momento de pulir.<br />

<strong>Las</strong> belokanianas lo probaron y lo encontraron delicioso. Era... como un pueblo todo él comestible.<br />

Unas prisioneras dijeron que aquello eran setas. De hecho las termitas sólo viven de la celulosa, pero<br />

como no pueden digerirla recurren a las setas para hacerla asimilable.<br />

<strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong>, por su parte, digieren bastante bien la celulosa y no tienen ninguna necesidad de ese<br />

truco. Aunque no dejaron de comprender las ventajas de tener cultivos en el interior mismo de su<br />

ciudad; con eso podrían resistir los asedios y la escasez.<br />

En la actualidad, en las grandes estancias del nivel -20 de Bel-o-kan se seleccionan las cepas.<br />

Aunque las <strong>hormigas</strong> no utilizan ya el mismo hongo que las termitas; en Bel-o-kan se cultiva sobre<br />

todo el agárico. Y a partir de las actividades agrícolas se ha desarrollado toda una tecnología.<br />

La hembra 56 pasa entre los arriates de ese blanco jardín. En un lado, unas obreras preparan el lecho<br />

en el que crecerá la seta. Cortan hojas en cuadraditos, que a continuación se trituran, se amasan y se<br />

transforman en pasta. <strong>Las</strong> pastas de hojas se disponen en un fertilizante compuesto por excrementos<br />

(las <strong>hormigas</strong> reúnen sus excrementos en lugares reservados para este uso) Luego se humedecen con<br />

saliva y se le deja al tiempo el cuidado de hacer que el preparado germine.<br />

<strong>Las</strong> pastas ya fermentadas se rodean con una bola de filamentos blancos comestibles. Ahí se ven, a<br />

la izquierda. Unas obreras las riegan entonces con su saliva desinfectante y cortan todo lo que rebosa<br />

el pequeño cono blanco. Si a las setas se les permitiese crecer, pronto harían explotar la estancia. Con<br />

los filamentos recolectados por unas <strong>hormigas</strong> de mandíbulas aplanadas se elabora una harina tan<br />

sabrosa como reconstituyente.

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