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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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¿Qué pasa?<br />

Dice que se ha declarado la guerra.<br />

¿Tiene pruebas?<br />

Llegan <strong>hormigas</strong> de todas partes.<br />

Habla de un arma nueva y de una expedición diezmada.<br />

Eso es grave.<br />

¿Tiene pruebas?<br />

El macho se encuentra ahora en medio de un cuajaron de <strong>hormigas</strong>.<br />

Alerta, alerta. Se ha declarado la guerra. Zafarrancho de combate.<br />

¿Tiene pruebas?<br />

Todas repiten esta frase olorosa.<br />

No, no tiene pruebas. Estaba tan sorprendido que no ha pensado en recogerlas. Movimiento de<br />

antenas. <strong>Las</strong> cabezas se mueven, dubitativas.<br />

¿Dónde ocurrió eso?<br />

Al oeste de La-chola-kan, entre el nuevo puesto de caza que encontraron las exploradoras y<br />

nuestras ciudades. Una zona donde patrullan a menudo las enanas.<br />

Eso es imposible. Nuestras espías han regresado. Dicen categóricamente que las enanas aún no<br />

han despertado.<br />

Es una antena anónima la que acaba de emitir esta frase feromona. La multitud se dispersa. Todas la<br />

creen. Y a él no. En lo que dice hay acentos de verdad, pero su historia es muy poco verosímil. <strong>Las</strong><br />

guerras de primavera nunca empiezan tan pronto. <strong>Las</strong> enanas estarían locas si atacasen cuando ni<br />

siquiera están todas despiertas. Cada uno vuelve a su tarea sin considerar la información que ha<br />

transmitido el macho 327.<br />

El único superviviente de la primera expedición de caza está aturdido. No, él no ha inventado esas<br />

muertes. Acabarán dándose cuenta de que los efectivos de una casta no están completos.<br />

Sus antenas caen sobre la frente. Experimenta la sensación degradante de que su vida no sirve para<br />

nada. Como si ya no viviese para los demás, sino sólo para sí mismo.<br />

Se estremece de horror ante este pensamiento. Se lanza adelante, corre febrilmente. Incordia a las<br />

obreras y las toma por testigos. Dudan incluso si pararse cuando él desgrana la fórmula ritual:<br />

He sido la pata del explorador,<br />

he sido el ojo dispuesto<br />

y de regreso soy el estímulo nervioso<br />

A todo el mundo le da lo mismo. Le oyen sin prestarle atención. Y luego se van sin precipitaciones.<br />

¡Pues que deje de estimular!<br />

Ya hacía cuatro horas que Jonathan había entrado en la bodega.<br />

Su mujer y su hijo estaban en vilo.<br />

–¿Llamamos a la Policía, mamá?<br />

–No, aún no.<br />

Lucie se acercó a la puerta.<br />

–¿Ha muerto papá? Di, mamá, ¿ha muerto papá lo mismo que Ouarzi?<br />

–No, claro que no. Hijo, ¡qué tonterías se te ocurren!<br />

Lucie estaba llena de angustia. Se inclinó para examinar la grieta. Con la potente linterna halógena<br />

que acababa de comprar le parecía ver un poco más allá una... escalera de caracol.<br />

Se sentó en el suelo. Nicolás lo hizo a su lado. Lucie le abrazó.<br />

–Volverá. Hay que tener paciencia. Nos dijo que esperásemos. Esperemos un poco más.<br />

—¿Y si no vuelve?<br />

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