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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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monstruoso. Una especie de gran coliflor rosada.<br />

–Para conseguir el mismo resultado, las <strong>hormigas</strong> han preferido utilizar muchos miles de<br />

pequeños cerebros unidos mediante sistemas de comunicación muy sutiles.<br />

En términos absolutos, tanta materia o inteligencia hay en el montón de miguitas de col de las<br />

<strong>hormigas</strong> como en la coliflor humana. La lucha se produce con armas iguales.<br />

Pero, ¿qué ocurriría si las dos formas de inteligencia, en lugar de correr paralelamente,<br />

cooperasen...?<br />

148<br />

EDMOND WELLS<br />

Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />

A Jean y a Philippe casi no les gusta otra cosa que la televisión y, casi tanto como la televisión, las<br />

máquinas «flipper» Ni siquiera el novísimo minigolf, recientemente instalado con un gran costo, les<br />

interesa. Y los paseos por el campo... Para ellos no hay nada peor que cuando el celador les obliga a<br />

tomar el aire.<br />

La pasada semana se divirtieron matando sapos, pero el placer resultó un tanto breve.<br />

Hoy, en cualquier caso, parece que Jean ha encontrado una actividad verdaderamente digna de<br />

interés. Arrastra a su compañero aparte del grupo de huérfanos, que están recogiendo estúpidamente<br />

hojas muertas, y le muestra una especie de cono de cemento. Una termitera.<br />

Inmediatamente empiezan a destrozarla a puntapiés, pero no sale nada de ella. La termitera está<br />

vacía. Philippe se inclina sobre ella y resopla.<br />

–Se la han cargado los peones camineros. Fíjate, apesta a insecticida. Todos han reventado ahí<br />

dentro.<br />

Se disponen ya a reunirse con los demás, decepcionados, cuando Jean ve al otro del riachuelo una<br />

pirámide semiescondida bajo un arbusto.<br />

¡Esta vez sí que la han acertado! Es un hormiguero impresionante, con una cúpula de un metro de<br />

alto por lo menos. Largas columnas de <strong>hormigas</strong> entran y salen, a centenares, millares, obreras,<br />

soldados, exploradoras. El DDT aún no ha pasado por ahí.<br />

Jean salta lleno de excitación.<br />

–¡Fíjate! ¿Has visto eso?<br />

–¡Oh, no! Quieres volver a comer <strong>hormigas</strong>... <strong>Las</strong> últimas tenían un sabor asqueroso.<br />

–¿Quién habla de comer! Lo que tienes delante es una ciudad. Algo como Nueva York o México.<br />

¿Recuerdas lo que decían en el programa? Ahí dentro hay un montón de chusma. ¿Fíjate en todas esas<br />

idiotas que se mueven como idiotas!<br />

–Bueno... Ya has visto cómo Nicolás a fuerza de interesarse por las <strong>hormigas</strong> acabó por<br />

desaparecer. Estoy seguro de que había <strong>hormigas</strong> en el fondo de su bodega y que se lo comieron. Y te<br />

diré que no me gusta estar al lado de esta cosa. ¡No me gusta! Mierda de <strong>hormigas</strong>. Ayer vi que salían<br />

de uno de los agujeros del minigolf, a lo mejor querían hacer ahí su nido... ¡Mierda de <strong>hormigas</strong><br />

idiotas de la porquería!<br />

Jean le palmea el hombro.<br />

–Pues eso, eso mismo. No te gustan las <strong>hormigas</strong>, ni a mí tampoco. ¡Matémoslas! ¡Venguemos a<br />

nuestro amigo Nicolás!<br />

La sugerencia suscita el interés de Philippe.<br />

– ¿Matarlas?<br />

–¡Pues claro! ¿Por qué no? Prendamos fuego a esa ciudad. ¿Te imaginas México en llamas, sólo<br />

porque a nosotros nos da la gana?<br />

–De acuerdo, prendámosle fuego. Sí. Por Nicolás...<br />

–Espera. Incluso se me ha ocurrido una idea mejor: la llenamos de herbicida, y veremos fuegos<br />

artificiales de verdad.

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