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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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en que redacto estas palabras tiene 288 capítulos que hablan de mis trabajos. Deseo que tú los<br />

continúes; vale la pena.<br />

»Lo esencial de estas investigaciones se relaciona con la civilización hormiga. Bien, ya lo<br />

leerás y lo comprenderás. Pero en primer lugar he de pedirte algo muy importante. En el<br />

momento en que has llegado aquí aún no he tenido tiempo para levantar las defensas (si lo<br />

hubiese conseguido no hubieses encontrado esta carta redactada en estos términos) para proteger<br />

mi secreto.<br />

»Te pido que las levantes tú. Ya he hecho algunos esquemas, pero creo que tú podrás mejorar<br />

mis sugerencias, ya que tienes tus propios conocimientos. El objetivo de esos mecanismos es<br />

sencillo. Es necesario que la gente no pueda entrar con facilidad hasta mi escondite, y que los que<br />

lo consigan no puedan ya nunca dar media vuelta para contar lo que encuentren.<br />

«Espero que lo consigas, y que este lugar te entregue tantas "riquezas" como a mí me ha<br />

proporcionado.<br />

138<br />

EDMOND<br />

–Jonathan aceptó el envite –explicó Lucie. Levantó todas las trampas previstas, y ya han podido<br />

ustedes comprobar que funcionan.<br />

–¿Y los cadáveres? ¿Son de la gente que murió víctima de las ratas?<br />

–No. –Jonathan sonrió. Les aseguro que no ha habido ninguna muerte en este subterráneo desde que<br />

Edmond se estableció en él. Los cadáveres que han visto son de hace cincuenta años por lo menos.<br />

Desconocemos qué dramas se desarrollaron aquí en esa época. Alguna secta...<br />

–Pero, entonces, ¿nunca más podremos volver arriba? –preguntó Jason, inquieto.<br />

–Nunca.<br />

–Habría que llegar hasta el agujero que hay encima de la red, a ocho metros de altura, pasar por la<br />

nasa en sentido contrario, lo que es imposible, y no tenemos ningún material que pueda fundirla, y<br />

luego pasar al otro lado del muro, y Jonathan no ha previsto un sistema de apertura que se pueda<br />

accionar desde este lado.<br />

–Sin mencionar las ratas...<br />

–¿Cómo te las arreglaste para llevar las ratas ahí abajo? –preguntó Daniel.<br />

–Eso se le ocurrió a Edmond. Instaló a una pareja de ratas, Rattus norvegicus, especialmente<br />

grandes y agresivas, en una anfractuosidad de la roca, con una gran reserva de alimentos. Sabía que<br />

eso era una bomba de relojería. Cuando las ratas están bien alimentadas se reproducen a un ritmo exponencial.<br />

Seis crías cada mes, que a su vez están dispuestas para procrear al cabo de dos semanas...<br />

Para protegerse, mi tío utilizaba un pulverizador de feromonas de agresión insoportable para los<br />

roedores.<br />

–¿Entonces fueron las ratas las que mataron a Ouarzazate? –preguntó Augusta.<br />

–Desgraciadamente, sí. Y Jonathan no había previsto que las ratas que pasasen al otro lado del<br />

«muro de la pirámide» se volverían aún más feroces.<br />

–Un compañero nuestro, que ya sufría de fobia contra las ratas, se descompuso por completo<br />

cuando uno de esos grandes <strong>alimañas</strong> le saltó a la cara y le arrancó un trozo de nariz. Subió<br />

inmediatamente; el muro de la pirámide no había tenido tiempo de volver a cerrarse. ¿Tienen ustedes<br />

noticias suyas de la superficie? –preguntó uno de los policías.<br />

–Oí decir que se había vuelto loco y que le habían encerrado en un asilo –respondió Augusta. Pero<br />

sólo son habladurías.<br />

Y la señora va a tomar un vaso de agua, pero se da cuenta de que encima de la mesa hay un montón<br />

de <strong>hormigas</strong>. Lanza un grito y, de forma instintiva, las barre con el dorso de la mano. Jonathan salta,<br />

agarrándola por la muñeca. Su mirada dura contrasta con la extrema serenidad que había reinado hasta<br />

ese momento en el grupo. Y su antiguo tic de la boca, del que parecía curado, reaparece. –No hagas<br />

eso... nunca más.

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