Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Guardianes, pero estas cosas caen un poco a la buena de Dios.<br />
Y eso no es todo. Hacia delante, lejos, se yergue un monolito gigantesco, tan alto que sus antenas no<br />
llegan a percibir su límite. Ensombrece el cielo, aplasta la tierra.<br />
Esto debe de ser el muro del fin del mundo, y detrás está el agua, piensa la 103.683.<br />
Avanzan aún un poco, para darse de manos a boca con un grupo de cucarachas amontonadas encima<br />
de un trozo de...no se sabe qué. Los caparazones transparentes dejan ver todas las vísceras, todos los<br />
órganos e incluso la sangre que late en las arterias. ¡Repugnante! Al batirse en retirada, tres segadoras<br />
quedan pulverizadas por la caída de una cosa.<br />
La 103.683 y sus tres últimas compañeras deciden seguir a pesar de todo. Pasan por muretes<br />
porosos, siempre en dirección al monolito de altura infinita. Y de repente se encuentran en una región<br />
aún más desconcertante. El suelo es rojo y tiene el tacto de una fresa. Ven una especie de pozo y ya<br />
están considerando bajar para tener algo de sombra, cuando bruscamente una gran esfera blanca de<br />
seis cabezas de diámetro por lo menos surge del cielo, bota y se lanza sobre ellas. Se lanzan al pozo...<br />
y les da el tiempo justo de pegarse a las paredes cuando la esfera se estrella en el fondo.<br />
Vuelven a salir enloquecidas, y corren. A su alrededor el suelo es azul, verde o amarillo, y por todas<br />
partes hay pozos como el anterior y esferas blancas que las persiguen. Esta vez es demasiado, el valor<br />
tiene un límite. Este universo es demasiado diferente para que resulte soportable.<br />
Entonces huyen, corriendo desalentadas, vuelven a pasar por el subterráneo y vuelven con rapidez al<br />
mundo normal.<br />
CIVILIZACIÓN (continuación): Otro gran choque entre civilizaciones: el encuentro de<br />
Occidente y Oriente.<br />
Los Anales del Imperio chino hablan, alrededor del año 115 de nuestra era, de la llegada de<br />
un barco, verosímilmente de origen romano, al que una tempestad había averiado y que se<br />
estrelló en la costa después de permanecer unos días a la deriva.<br />
Sus pasajeros eran acróbatas y juglares que, en cuanto llegaron a tierra, quisieron atraerse a<br />
los habitantes de ese país desconocido presentándoles un espectáculo. Los chinos vieron, pues,<br />
boquiabiertos a esos extranjeros de nariz larga escupir fuego, hacer nudos con sus miembros,<br />
transformar ranas en serpientes, etc.<br />
Y llegaron a la conclusión pertinente de que el Oeste estaba poblado por payasos y<br />
tragafuegos. Y pasaron muchos cientos de años antes de que se presentase una ocasión para<br />
sacarles del error.<br />
132<br />
EDMOND WELLS<br />
Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />
Finalmente se encontraron ante el muro de Jonathan. «¿Cómo hacer cuatro triángulos con seis<br />
cerillas?» Daniel hizo la foto consabida. Augusta tecleó la palabra «pirámide» y el muro se hizo<br />
suavemente a un lado. La anciana se sintió orgullosa de su nieto.<br />
Pasaron, y no tardaron en oír cómo el muro volvía a su lugar. Jason iluminó las paredes. Había roca<br />
por todas partes, aunque no era la misma de hacía un momento. Antes el muro era rojo, y ahora<br />
amarillo, con vetas de azufre.<br />
Sin embargo, el aire seguía siendo respirable. Incluso parecía haber un ligero soplo de brisa. ¿Tenía<br />
razón el profesor Leduc? ¿Llevaba este túnel al bosque de Fontainebleau?<br />
De repente se encontraron con otra horda de ratas, mucho más agresivas que las que habían<br />
encontrado antes. Jason comprendió lo que debía estar pasando, pero no le dio tiempo a explicárselo a<br />
los demás: tuvieron que ponerse otra vez las máscaras y abrir la espita del gas. Cada vez que el muro<br />
se movía, lo que por cierto no debía de ocurrir a menudo, unas ratas de la «zona roja» pasaban a la<br />
«zona amarilla», en busca de comida. Pero si los de la zona baja roja conseguían algo, los otros –los