Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas
DURANTE MUCHO TIEMPO: Durante mucho tiempo se ha creído que la informática en general y los programas de inteligencia artificial en particular mezclarían y presentarían desde nuevos ángulos los conceptos humanos. En resumen, se esperaba de la electrónica una nueva filosofía. Pero incluso presentándola de manera diferente, la materia prima sigue siendo la misma: ideas producidas por imaginaciones humanas. Es un callejón sin salida. El mejor medio para renovar el pensamiento es salir de la imaginación humana. 130 EDMOND WELLS Enciclopedia del saber relativo y absoluto. Chli-pu-kan crece en tamaño y en inteligencia. Ahora es ya una ciudad «adolescente» Siguiendo por el camino de las «tecnologías acuáticas», se ha instalado toda una red de canales bajo el nivel -12. Esos canales permiten el rápido transporte de alimentos de un extremo al otro de la ciudad. Las chilipkanianas han tenido tiempo para poner a punto sus técnicas de transporte acuático. El nec plus ultra es una hoja de arándano flotante. Basta encontrar en la corriente en la dirección adecuada para viajar a lo largo de muchos centenares de cabezas de vía fluvial. Desde los criaderos de setas del este hasta los establos del oeste, por ejemplo. Los hormigas esperan conseguir un día la domesticación de una especie de coleópteros de agua dulce, los díticos. Esos grandes coleópteros subacuáticos, provistos de bolsas de aire bajo los élitros, nadan muy de prisa. Si pudiesen convencerles de que impulsasen las hojas de arándano, las almadías dispondrían de una locomoción menos azarosa que las actuales. La propia Chli-pu-ni lanza otra idea futurista. Recuerda el coleóptero rinoceronte que la liberó de la tela de araña. ¡Una máquina de guerra perfecta! Los rinocerontes no sólo tienen un gran cuerno frontal, no sólo tienen un caparazón blindado, sino que vuelan también a gran velocidad. La Madre piensa en una legión de esos animales, con diez artilleras en la cabeza de cada uno. Ya ve lanzarse a esas tripulaciones, casi invulnerables, sobre las tropas enemigas e inundándolas con ácido... La única dificultad es que tanto los díticos como los rinocerontes presentan dificultades para su domesticación mientras no lleguen a aprender su idioma. Así, muchas obreras dedican todo su tiempo a descifrar sus emisiones olfativas y a intentar hacerles comprender el idioma feromonal de las hormigas. Si bien los resultados son por el momento mediocres, las chlipukanianas provocan su apego hartándoles de melado. El alimento es, finalmente, el idioma insecto más extendido. Pese a ese dinamismo colectivo, Chli-pu-ni está preocupada. Se han enviado tres escuadras de embajadoras hacia la Federación para que se les reconozca que son la sexagésimo quinta ciudad y sigue sin haber respuesta. ¿Será que Belo-kiu-kuni rechaza esa alianza? Cuanto más piensa en ello más convencida está Chli-pu-ni de que sus embajadoras espían han debido de cometer torpezas, y que las han interceptado las guerreras con olor a roca. A no ser que hayan quedado simplemente encantadas con los efluvios de la lomechuse del nivel -50... O quién sabe qué otra cosa. Pero la reina no tiene intención de renunciar ni a su reconocimiento por la Federación ni a proseguir su investigación. Decide enviar a la 801, su mejor y más sutil guerrera. Para comunicarle todos los detalles de la misión, la reina opera una CA con la joven soldado, que así sabrá tanto como ella acerca de ese misterio. La guerrera, con ello, se convertirá en: El ojo que ve La antena que percibe La garra que golpea de Chli-pu-kan.
La anciana señora había preparado una mochila de vituallas y bebidas, entre ellas tres termos de tisana caliente. Por encima de todo, no había que actuar como el antipático de Leduc, obligado a regresar de prisa al haber olvidado el factor alimentación... Pero, en cualquier caso, ¿hubiese dado con el código? Augusta se permitía dudarlo. Entre otros accesorios, Jason Bragel se había pertrechado de bombas lacrimógenas de gran tamaño y de tres mascaras de gas. Daniel Rosenfeld, por su parte, llevaba una cámara fotográfica con flash, un modelo del último grito. Estaban ahora dando vueltas en el tiovivo de piedra. Como había sido el caso con todos los que les habían precedido, el descenso hacía reaparecer los recuerdos, pensamientos olvidados. La niñez, los padres, los primeros dolores, los errores cometidos, el amor frustrado, el egoísmo, el orgullo, los remordimientos... Sus cuerpos se movían de forma maquinal, más allá de toda posibilidad de cansancio. Se hundían en la carne del planeta, en su vida pasada. ¡Ah, qué larga era una vida, cuan destructora podía ser!... Y con más facilidad destructora que creativa... Llegaron finalmente ante una puerta. En ella había grabado un texto: «En el momento de la muerte, el alma experimenta la misma sensación que aquellos que se inician en los Grandes Misterios. En primer lugar se producen carreras al azar con penosos giros, viajes inquietantes y sin final a través de las tinieblas. Luego, antes del final, el terror llega al colmo. El estremecimiento, el temblor, el sudor frío, el horror dominan. A esta fase le sigue casi de inmediato una ascensión hacia la luz, una brusca iluminación. Una luminosidad maravillosa se ofrece a los ojos, se pasa por lugares puros y praderas donde resuenan las voces y las danzas. Unas palabras sagradas inspiran el respeto religioso. El hombre perfecto e iniciado se hace libre y celebra los Misterios» Daniel tomó una fotografía. –Conozco este texto –dijo Jasón. Es de Plutarco. –Hermoso texto, en verdad. –¿No les da miedo? –preguntó Augusta. –Sí, pero para eso está ahí. Y en todo caso ahí se dice que tras el terror viene la iluminación. Así pues, actuemos por etapas. Si es necesario un poco de terror, dejémonos aterrorizar... –Eso precisamente. Las ratas... Fue como si no tuviese más que mencionarlas. Ahí estaban. Los tres exploradores sentían sus presencias furtivas, su contacto al nivel del calzado. Daniel utilizó otra vez su cámara. El flash reveló la imagen repulsiva de una alfombra de pelotas grises y orejas negras. Jason se apresuró a distribuir las máscaras antes de pulverizar generosamente gas lacrimógeno a su alrededor. A los roedores no les hizo falta que se lo dijesen dos veces... Siguieron bajando durante mucho rato todavía. –¿Y si comiésemos algo, señores? –propuso Augusta. Así que comieron algo. El episodio de las ratas parecía olvidado y los tres se sentían del mejor humor. Como hacía un poco de frío acabaron su colación con un sorbo de licor y un buen café caliente. Cavan prolongadamente antes de poder subir de nuevo a una zona en la que la tierra es blanda. Un par de antenas emergen por fin, como un periscopio; unos olores desconocidos las inundan. El aire libre. Ya están al otro lado del fin del mundo. Y sigue sin aparecer el muro de agua. Aunque se trata de un universo que, verdaderamente, no se parece en nada al otro. Si bien identifican aún algunos árboles y plantas, inmediatamente después aparece un desierto gris, duro y liso. No hay la menor termitera ni hormiguero a la vista. –Dan unos pasos. Pero enormes cosas negras caen a su alrededor. Es algo parecido a lo de los 131
- Page 79 and 80: La hembra regresa a la cúpula dand
- Page 81 and 82: diosecitos. ¿Serán tan magnánimo
- Page 83 and 84: Sexta oleada: ¡doce hembras pasan!
- Page 85 and 86: de caracol para protegerse del frí
- Page 87 and 88: con la misma dedicación que los hu
- Page 89 and 90: lo «adquirido» ¿Se nace idiota o
- Page 91 and 92: Sus efluvios sugieren un misterio.
- Page 93 and 94: La contraseña de entrada no había
- Page 95 and 96: Sólo le falta apretar la malla. Un
- Page 97 and 98: La araña hembra ya ha saltado susp
- Page 99 and 100: ácaros, unos seres minúsculos arm
- Page 101 and 102: -No le gusto, ¿verdad, Bilsheim? N
- Page 103 and 104: -Hola, hola, Bilsheim, ¿me recibe?
- Page 105 and 106: estado tan atormentado por los remo
- Page 107 and 108: Se unen, y se estrechan vientre con
- Page 109 and 110: -Nada. -¿Tampoco ve usted los cad
- Page 111 and 112: A primera hora de la tarde, cuando
- Page 113 and 114: los cuadros de Georges de La Tour.
- Page 115 and 116: astante más duros. Las sólidas c
- Page 117 and 118: ¿Son mercenarias? -No. Son esclava
- Page 119 and 120: Augusta miró a Leduc de hito en hi
- Page 121 and 122: puerto de Satei. Al parecer, están
- Page 123 and 124: Pero Chli-pu-ni no piensa en un ase
- Page 125 and 126: profundos con la esperanza de salva
- Page 127 and 128: comprobado que muchas mujeres que v
- Page 129: La 4.000 avanza lentamente, espiand
- Page 133 and 134: migradores- no habían conseguido n
- Page 135 and 136: 103.683: ¿cómo han podido los Gua
- Page 137 and 138: persona. Augusta está muy sorprend
- Page 139 and 140: Sola en sus aposentos, Belo-kiu-kiu
- Page 141 and 142: Hormiga: No entiendo nada. ¡Socorr
- Page 143 and 144: trabajo de relojero que ha sido nec
- Page 145 and 146: madre había llenado de huevos esa
- Page 147 and 148: veces con unos vecinos extraterrest
- Page 149 and 150: -Genial... -Escucha, son las once,
- Page 151 and 152: darse cuenta de la eficacia de su e
- Page 153 and 154: GLOSARIO Ácido fórmico: arma de c
- Page 155 and 156: Machos: insectos procedentes de hue
- Page 157: Los verdaderos nombres de las «act
DURANTE MUCHO TIEMPO: Durante mucho tiempo se ha creído que la informática en<br />
general y los programas de inteligencia artificial en particular mezclarían y presentarían desde<br />
nuevos ángulos los conceptos humanos. En resumen, se esperaba de la electrónica una nueva<br />
filosofía. Pero incluso presentándola de manera diferente, la materia prima sigue siendo la<br />
misma: ideas producidas por imaginaciones humanas. Es un callejón sin salida.<br />
El mejor medio para renovar el pensamiento es salir de la imaginación humana.<br />
130<br />
EDMOND WELLS<br />
Enciclopedia del saber relativo y absoluto.<br />
Chli-pu-kan crece en tamaño y en inteligencia. Ahora es ya una ciudad «adolescente» Siguiendo por<br />
el camino de las «tecnologías acuáticas», se ha instalado toda una red de canales bajo el nivel -12.<br />
Esos canales permiten el rápido transporte de alimentos de un extremo al otro de la ciudad.<br />
<strong>Las</strong> chilipkanianas han tenido tiempo para poner a punto sus técnicas de transporte acuático. El nec<br />
plus ultra es una hoja de arándano flotante. Basta encontrar en la corriente en la dirección adecuada<br />
para viajar a lo largo de muchos centenares de cabezas de vía fluvial. Desde los criaderos de setas del<br />
este hasta los establos del oeste, por ejemplo.<br />
Los <strong>hormigas</strong> esperan conseguir un día la domesticación de una especie de coleópteros de agua<br />
dulce, los díticos. Esos grandes coleópteros subacuáticos, provistos de bolsas de aire bajo los élitros,<br />
nadan muy de prisa. Si pudiesen convencerles de que impulsasen las hojas de arándano, las almadías<br />
dispondrían de una locomoción menos azarosa que las actuales.<br />
La propia Chli-pu-ni lanza otra idea futurista. Recuerda el coleóptero rinoceronte que la liberó de la<br />
tela de araña. ¡Una máquina de guerra perfecta! Los rinocerontes no sólo tienen un gran cuerno<br />
frontal, no sólo tienen un caparazón blindado, sino que vuelan también a gran velocidad. La Madre<br />
piensa en una legión de esos animales, con diez artilleras en la cabeza de cada uno. Ya ve lanzarse a<br />
esas tripulaciones, casi invulnerables, sobre las tropas enemigas e inundándolas con ácido...<br />
La única dificultad es que tanto los díticos como los rinocerontes presentan dificultades para su<br />
domesticación mientras no lleguen a aprender su idioma. Así, muchas obreras dedican todo su tiempo<br />
a descifrar sus emisiones olfativas y a intentar hacerles comprender el idioma feromonal de las<br />
<strong>hormigas</strong>.<br />
Si bien los resultados son por el momento mediocres, las chlipukanianas provocan su apego<br />
hartándoles de melado. El alimento es, finalmente, el idioma insecto más extendido.<br />
Pese a ese dinamismo colectivo, Chli-pu-ni está preocupada. Se han enviado tres escuadras de<br />
embajadoras hacia la Federación para que se les reconozca que son la sexagésimo quinta ciudad y<br />
sigue sin haber respuesta. ¿Será que Belo-kiu-kuni rechaza esa alianza?<br />
Cuanto más piensa en ello más convencida está Chli-pu-ni de que sus embajadoras espían han<br />
debido de cometer torpezas, y que las han interceptado las guerreras con olor a roca. A no ser que<br />
hayan quedado simplemente encantadas con los efluvios de la lomechuse del nivel -50... O quién sabe<br />
qué otra cosa.<br />
Pero la reina no tiene intención de renunciar ni a su reconocimiento por la Federación ni a proseguir<br />
su investigación. Decide enviar a la 801, su mejor y más sutil guerrera. Para comunicarle todos los<br />
detalles de la misión, la reina opera una CA con la joven soldado, que así sabrá tanto como ella acerca<br />
de ese misterio. La guerrera, con ello, se convertirá en:<br />
El ojo que ve<br />
La antena que percibe<br />
La garra que golpea de Chli-pu-kan.