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Las hormigas - Fieras, alimañas y sabandijas

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«En el momento de la muerte el alma experimenta la misma sensación que los que son iniciados en<br />

los grandes Misterios.<br />

»En primer lugar, hay carreras al azar con ingratos quiebros, viajes inquietantes y sin final a través<br />

de las tinieblas.<br />

»Luego, antes del final, el horror llega al colmo. Estremecimientos, temblores, sudor frío, el horror<br />

predomina.<br />

»A esta fase le sigue casi inmediatamente un ascenso hacia la luz, una brusca iluminación.<br />

«Una luminosidad maravillosa se ofrece a los ojos, se pasa por lugares puros y praderas donde<br />

resuenan las voces y las danzas.<br />

«Palabras sagradas inspiran el respeto religioso. El hombre perfecto e iniciado se hace libre, y<br />

celebra los Misterios»<br />

Un policía se estremeció.<br />

–¿Qué hay detrás de la puerta? –pregunta el walkie-talkie.<br />

–Bien... la abro... Seguidme, muchachos.<br />

Un prolongado silencio.<br />

–¡Bilsheim! ¡Bilsheim! Conteste, maldita sea. ¿Qué es lo que ve ahora?<br />

Se oyó un disparo.<br />

Luego, otra vez silencio.<br />

–¡Bilsheim! ¡Conteste, amigo mío!<br />

–Aquí Bilsheim.<br />

–¡Hable! ¿Qué es lo que pasa?<br />

–Hay ratas. Miles de ratas. Se han lanzado contra nosotros, pero hemos conseguido hacerlas huir.<br />

–¿Ha sido eso el disparo?<br />

–Sí. Ahora se han puesto a cubierto.<br />

–Describa lo que ve.<br />

–Aquí está todo rojo. Hay trazas de rocas ferrosas en las paredes y... ¡hay sangre en el suelo!<br />

Seguimos adelante.<br />

–¡Mantenga el contacto por radio! ¿Por qué lo corta?<br />

–Prefiero actuar a mi manera y no de acuerdo con sus lejanos consejos, si usted me lo permite,<br />

señora.<br />

–Pero Bilsheim...<br />

Clic. Cortó la comunicación.<br />

Satei no es, hablando con propiedad, un puerto, ni tampoco un puesto avanzado. Pero es con toda<br />

seguridad el lugar privilegiado de las expediciones belokanianas que cruzan el río.<br />

Antaño, cuando las primeras <strong>hormigas</strong> de la dinastía Ni se encontraron ante este brazo de agua,<br />

comprendieron que no sería fácil cruzarlo. Sólo que la hormiga no renuncia nunca. Si es necesario, se<br />

dará de cabeza mil veces y de quince mil maneras distintas contra el obstáculo, hasta morir o hasta que<br />

el obstáculo ceda.<br />

Tal forma de proceder parece ilógica. Y, ciertamente, ha costado muchas vidas y tiempo a la<br />

civilización mirmeceana, pero se demostró que valía la pena. Finalmente, a costa de esfuerzos<br />

desmesurados, las <strong>hormigas</strong> siempre han conseguido superar las dificultades.<br />

En Satei, las exploradoras habían empezado intentando la travesía sobre sus patas. La película del<br />

agua era lo bastante resistente como para soportar su peso, pero desgraciadamente no ofrecía sostén<br />

para las garras. <strong>Las</strong> <strong>hormigas</strong> evolucionaban a la orilla del río como si llevasen patines. Dos pasos<br />

adelante, tres de lado y... ¡zas! las ranas se las comían.<br />

Tras cien intentos infructuosos y unos miles de exploradoras sacrificadas, las <strong>hormigas</strong> buscaron<br />

algo distinto. Unas obreras formaron una cadena sujetándose con patas y antenas hasta alcanzar la otra<br />

orilla. Esta experiencia hubiese podido ser un éxito si el río no hubiese sido tan amplio y no hubiese<br />

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