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Según ha señalado Tomás y Valiente, el primer síntoma de patrimonialización de los oficios fue SU carácter vitalicio y la tendencia simultánea a considerarlos hereditarios. Aunque la monarquía procuró mantener siempre el control sobe la transmisión de oticios y cargos públicos de padres a hijos, la lectura de la documentación produce la sensación contraria. Los llamados oficios mayores: Almiranteu. Justicia Mayor. Condestable. etc. se vieron sometidos a este proceso. al igual que muchos oficios municipales”“‘. Esta tendencia tambi& se confirmó en el caso del oficio de alcaide. Primero comenzó siendo vitalicio, posteriormente se hizo hereditario y, finalmente, existid> la posibilidad dr que los titulares renunciasen en vida a ejercerlo y lo traspasaran a sus parientes, generalmente a los hijos. según se ha puesto de relievr en cl segundo apanado del presente capítulo. Asimismo. no hay que olvidar la capacidad de que dispusieron los tenentes de las fortalezas para designar lugartenientes que descmpeiiaran SUS funciones durante SUS ausencias obligadas. Esta trayectoria aceleri,, por una parte. el pl-ocaso de vinculacit?n del cargo a dctcrminadas familias durante generaciones. secuencia s~>lamente interrumpida por acontrcimientos muy graves como podía ser una traición real o un comportamiento político incorrecto; por otra parte, contribuyó a vaciar al oficio de buena parte de SU contenido, dc forma que a fines dr la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna la alcaidía dc fbrtalrras se convirtió cn una de las dignidades más ambicionadas pclr la nobleza en vir-tud del prestigio personal que confería a sus heneficiarios’“‘4. No obstante, el feni,mrno dc la patrimonialización del oficio de alcaide no fuc rxclusivo del siglo XV. sino que hundid, sus raíces más profundas en la etapa precedente. Ya rn Cpoca de ALFONSO X se tiene noticia de alcaides qur ocuparon CIW carácter vitalicio la tcncncia dc fwxkas importantes y que, incluso, las transmitieron hereditariamente a SUS hijos. Ahí. DON NUÑO GONZÁLEZ DE LARA tww el alcázar de Sevilla durante cl reinado de ALFONSO X hasta SU muerte. acaecida en 1275: despu6s de su fallecimiento. Ic sucedió al frente de este enclave SU hijo. DON JWN NúÑEz DE LARA”“‘. No obstante. la falta de documentacií,n y la imprccisiíw de las ítientes a la hora de señalar las fechas extremas durantr las cuales se drsarrollaha la alcaidía impiden conocer con exactitud el alcance del fenbmeno. Tan si,10 a fines del siglo XIV comienzan a surgir con más t’ucrzas algunos indicios de esta realidad. ENRIQUE III desarroll6 una política muy favorahlr a los intereses de determinados linajes nobles que eclosionarían al llegar el siglo XV. Algunos miembros de
estas familias desempeñaron oficios que les proporcionaron el acceso directo al rey y que se complementaron con la entrega de importantes alcázares en tenencia: DIEGO LÓPEZ DE SnjtilG~, justicia mayor, era alcaide del alcázar de Burgos en 1391’“‘6. Diversos miembros de su linaje ocuparon esta alcaidía y su lugartenencia, casi ininterrumpidamente, a lo largo de la mayor parte del Gglu Xiv. hasu que en 1476 el último alcaide STÚÑIGA fue relevado del puesto y sustituido por un personaje que nada tenía que ver con la familia. A partir del siglo XV el fenhmeno se acentuó. JUAN ll y ENRIQUE IV se mostraron excesivamente pródigos a la hora de conceder mercedes, actitud que fworecií~ la transmisk’m hereditaria de numerosos oficios, entre ellos el de alcaidr”“‘. La tendencia se confirm6 durante el reinado de los REYES CATÓLICOS, sobre todo dcspuk del final de la guerra castellano-lusa. Una atenta lectura de las “
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complementaron con <strong>la</strong> entrega <strong>de</strong> importantes alcázares en tenencia: DIEGO LÓPEZ DE SnjtilG~,<br />
justicia mayor, era alcai<strong>de</strong> <strong>de</strong>l alcázar <strong>de</strong> Burgos en 1391’“‘6. Diversos miembros <strong>de</strong> su linaje<br />
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