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proporcionar resultados sumamente eticaces 3~. Las mazas, piezas armamentísticas de gran capacidad ofensiva, se identificaban casi siempre con personajes que encarnaban la justicia o algún tipo de autoridad y no se sabe si fueron utilizadas por los defensores de los castillos. Arcos y ballestas constituyeron durante toda la Edad Media instrumentos indispensables tanto para la defensa de los enclaves fortificados como para los enfrentamientos en campo abierto. El perfeccionamiento de este armamento ffie decisivo para la aparición de cuerpos de infantería especializados que paulatinamente cobraron mayor importancia, dando origen a un nuevo concepto de ejército. A pesar de que durante la Plena Edad Media y los inicios de la Baja el arco se hallaba bastante extendido, la ballesta fue ganando terreno progresivamente, sobre todo en el seno de los castillos y fortalezas. Los origenes de este arma son difíciles de precisar. En Castilla reaparece con seguridad en el año 1086 en una representación iconográfica del Beato del Burgo de Osma, donde se especifican todos los elementos que la componían: cureña, yerga, quijeras, nuez y llave. La incorporación del estribo dotó a las ballestas de mayor capacidad ofensiva. Este elemento se introdujo en Castilla en torno al siglo XIII, pues en Las Cantigas aparece profusamente. Existieron distintos tipos de ballestas atendiendo a los materiales o a los ínétodos utilizados para armarlas. En el siglo XIII aparecieron las ballestas cerveras, cuya yerga se reforzaba mediante hueso o cuerno; esta variante aumentaba su potencia y disminuía el peligro de ruptura. En cuanto a los sistemas de montaje, se dieron varios modelos: en la ballesta de dos pies la yerga se sujetaba con ambos pies mientras se tensaba la cuerda; las ballestas de estribera llevaban incorporado un estribo que facilitaba su manejo; con el tielupo algunas tuvieron un torno, moton o armatoste, que consistía en una manivela de la que dependía un juego de poleas en cuyt extremo inferior se situaba un gancho que tiraba de la cuerda para tensar la yerga. El mantenimiento de la ballesta era coírpetencia del propio ballestero, quien 36? debía tener conocimientos sobre su reparación y montaje- La importancia de los ballesteros queda suficientemente demostrada en todas las fuentes del perIodo. En efecto, durante la Baja Edad Media fueron los cuerpos especializados que gozaron de mayor prestigio tanto en los enfrentamientos campales como en la defensa de los castillos tal y como se ha podido comprobar al estudiar la composición y funciones de las guarniciones. Solamente, la difusión de la artillería lograría desbancar a la ballestería de su posición, aunque este fenómeno tendría lugar a finales del siglo XV. ‘

Junto al armamento tradicional ya mencionado, conviene referirse a la utilización de otros métodos auxiliares sumamente eficaces a la hora de repeler los ataques enemigos. Piedras, saetas y una multitud de pequeñas armas arrojadizas servían para rechazar las intenciones de cualquier asaltante. Así, en 1339 cuando ALFONSO Xl pidió ser acogido en el castillo de Valencia de Alcántara fue recibido por una auténtica lluvia de objetos contundentes y punzantes, algunos de los cuales hicieron impacto sobre su escudo, sobre el arnés de su montura y sobre algunos de sus hombres que resultaron heridos o muertos 3t El daño causado por estas pequeñas piezas tenía carácter disuasorio, pero en caso de que el enemigo continuase avaíizando. siempre se podía recurrir al armamento clásico y de mayor envergadura. Desde mediados del siglo XIV ya se constata la aparición de la artillería aplicada a la defensa de las fortalezas. Las primeras menciones fiables existentes en Castilla se remontan a la campaña que ALFONSO X[ emprendió para conquistar Algeciras. Las tropas musulmanas acantonadas en la fortaleza lanzaban contra los cristianos pellas de fierro, ayudándose de máquinas de pólvora que los atacantes bautizaron con el nombre de truenos. Muchos de los caballeros y soldados extranjeros que participaron en el asedio de esta plaza se mostraron sorprendidos ante la efectividad y morbilidad del nuevo arníamento utilizado, y es posible que, de vuelta a sus lugares de origen, propagasen su existencia y recomendasen su empleto en las guerras futuras369. Durante la guerra que enfrentó a castellanos y portugueses en tiempos de JUAN 1 también se registran alusiones a estas mismas piezas de artillería en castillos lusos’7. A partir del siglo XV el uso de esta clase de armamento comienza a generalizarse a causa del perfeccionamiento de las técnicas de fabricación. No obstante, solamente estará al alcance de algunos poderosos. principalmente monarcas y algunos grandes nobles, cuya capacidad económica les permitía disponer de este género de piezas. mantenerlas en buenas condiciones, adquirir las munícíones necesarías y reclutar el personal especializado capaz de hacerlas funcionar. A finales de la Baja Edad Media altrunas ciudades también gozaron de los recursos financieros necesarios para hacer frente al 5 aquel Gonzalo Mardnez paresció en otra torre del Tesoro, el din> luego 4 los que estabait en el casfid/o el en ¡os andarn¡os del adune, que tirasen piedras, el saetas et orinas contra el Rey, el contra los que estaban con él. 5 ello.; fecieronlo luego, el dieron al Rey dos pedradas en el escudo; el ¡‘oli’iendose, dieroitie aíra pedrada en el «¡tan de la silla del caballo: el dieron otrosí saetadas 4 ornes de los que estaban y con él, el señaladamiente dieron ulla saetada 4 un Freyre de ,Alcáníara. de que murió hago “, “Crónica de Alfonso XI”. Crónicas de los Reves de Cas/lila, 1, y,: ci’; nota 94, Ca 1’. CCIV. p. 304. También Gran Crónica de Alfonso Xl II, op; «it; nota 94. Cap. CCLXX, pp. 297-298. 09Cfr. nota 120. > raLos defensores del castillo de Coimbra contaban con truenos para rechazar los ataques de las tropas castellanas. según afirma Pedro LóPEZ DL AYALA, “Crónica de Juan 1”, Crónicas de los Re-ves de Castilla, II, op: «it; nota, Año 1384, Cap. V. p. 89. 904

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3~. Las mazas, piezas armamentísticas <strong>de</strong> gran capacidad<br />

ofensiva, se i<strong>de</strong>ntificaban casi siempre con personajes que encarnaban <strong>la</strong> justicia o algún tipo <strong>de</strong><br />

autoridad y no se sabe si fueron utilizadas por los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> los castillos.<br />

Arcos y ballestas constituyeron durante toda <strong>la</strong> Edad Media instrumentos indispensables tanto para<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los enc<strong>la</strong>ves fortificados como para los enfrentamientos en campo abierto. El<br />

perfeccionamiento <strong>de</strong> este armamento ffie <strong>de</strong>cisivo para <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> cuerpos <strong>de</strong> infantería<br />

especializados que pau<strong>la</strong>tinamente cobraron mayor importancia, dando origen a un nuevo concepto<br />

<strong>de</strong> ejército. A pesar <strong>de</strong> que durante <strong>la</strong> Plena Edad Media y los inicios <strong>de</strong> <strong>la</strong> Baja el arco se hal<strong>la</strong>ba<br />

bastante extendido, <strong>la</strong> ballesta fue ganando terreno progresivamente, sobre todo en el seno <strong>de</strong> los<br />

castillos y fortalezas. Los origenes <strong>de</strong> este arma son difíciles <strong>de</strong> precisar. En Castil<strong>la</strong> reaparece con<br />

seguridad en el año 1086 en una representación iconográfica <strong>de</strong>l Beato <strong>de</strong>l Burgo <strong>de</strong> Osma, don<strong>de</strong> se<br />

especifican todos los elementos que <strong>la</strong> componían: cureña, yerga, quijeras, nuez y l<strong>la</strong>ve. La<br />

incorporación <strong>de</strong>l estribo dotó a <strong>la</strong>s ballestas <strong>de</strong> mayor capacidad ofensiva. Este elemento se introdujo<br />

en Castil<strong>la</strong> en torno al siglo XIII, pues en Las Cantigas aparece profusamente. Existieron distintos<br />

tipos <strong>de</strong> ballestas atendiendo a los materiales o a los ínétodos utilizados para armar<strong>la</strong>s. En el siglo XIII<br />

aparecieron <strong>la</strong>s ballestas cerveras, cuya yerga se reforzaba mediante hueso o cuerno; esta variante<br />

aumentaba su potencia y disminuía el peligro <strong>de</strong> ruptura. En cuanto a los sistemas <strong>de</strong> montaje, se<br />

dieron varios mo<strong>de</strong>los: en <strong>la</strong> ballesta <strong>de</strong> dos pies <strong>la</strong> yerga se sujetaba con ambos pies mientras se<br />

tensaba <strong>la</strong> cuerda; <strong>la</strong>s ballestas <strong>de</strong> estribera llevaban incorporado un estribo que facilitaba su manejo;<br />

con el tielupo algunas tuvieron un torno, moton o armatoste, que consistía en una manive<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> que<br />

<strong>de</strong>pendía un juego <strong>de</strong> poleas en cuyt extremo inferior se situaba un gancho que tiraba <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuerda<br />

para tensar <strong>la</strong> yerga. El mantenimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> ballesta era coírpetencia <strong>de</strong>l propio ballestero, quien<br />

36?<br />

<strong>de</strong>bía tener conocimientos sobre su reparación y montaje-<br />

La importancia <strong>de</strong> los ballesteros queda suficientemente <strong>de</strong>mostrada en todas <strong>la</strong>s fuentes <strong>de</strong>l<br />

perIodo. En efecto, durante <strong>la</strong> Baja Edad Media fueron los cuerpos especializados que gozaron <strong>de</strong><br />

mayor prestigio tanto en los enfrentamientos campales como en <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los castillos tal y como<br />

se ha podido comprobar al estudiar <strong>la</strong> composición y funciones <strong>de</strong> <strong>la</strong>s guarniciones. So<strong>la</strong>mente, <strong>la</strong><br />

difusión <strong>de</strong> <strong>la</strong> artillería lograría <strong>de</strong>sbancar a <strong>la</strong> ballestería <strong>de</strong> su posición, aunque este fenómeno tendría<br />

lugar a finales <strong>de</strong>l siglo XV.<br />

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