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y adecuado al oficio que desempeñaba. tal y como se esperaba de un miembro del estamento nobiliario. JUAN II envió al doctor DIEGO RODRÍGUEZ DE VALLADOLID, buen conocedor de las leyes castellanas, para que disuadiese al tenente de su error y consiguiese atraerlo a la Voluntad real. Pero el firme razonamiento expresado por el alcaide de Peñafiel, fundado sobre la base del pleito homenaje que había prestado al rey de Navarra, y sobre la fidelidad que le debía como señor, constituía un discurso difícil de rebatir’ 7’>. Según el compromiso vasallático, el alcaide no podía enajenar el castillo a favor de otro señor. bajo pena de faltar al juramento de fidelidad e incurrir en delito de traición. A su vez, el doctor comisionado por el rey expuso una argumentación muy clara al afirmar que el pleito homenaje tenía, en efecto, carácter vinculante, pero según el orden de prelación que marcaba la legislación castellana, el rey de Castilla tenía prioridad sobre el de Navarra a la hora de apoderarse de la fortaleza, por hallarse ubicada en sus reinos y porque desde hacía tiempo en todos los pleito hotnena¡cs realizados por las fortalezas de realengo o de señorío los titulares de las tenencias debían comprometerse a .. acoger al Rey su soberano ayrado ó pagado, con pocos ó con ínuchos, y en quatquier manera que le demandase, é que el señor de la fortaleza que sin esta condicion la daba, y el que la rescehia, erraban al Rey gravemente; e que por eso él no tenia escusacion alguna para no entregar lafortaleza al Rey, é mirase bien quanto en esto le iba, é no quisiese mancillar a sí é i su linage 17t No cabe duda de que las palabras del doctor DIEGO RODRÍGUEZ DE VALLADOLID, auténtica declaración de los principios jurídico-institucionales sobre los que se asentaba la tenencia de fortalezas en el reino castellano-leonés, causaron honda impresión en la conciencia del alcaide, que sin más dilación abrió las puertas del castillo al rey. permitiendo su entrada y logrando, a su vez, una salida respetable, acorde con su estatus social’72. EJ cas» de Trujillo constituye el contrapunto de la situación antes analizada. En el mismo año el condestable DON ÁLVARO DE LUNA se dirigió a la villa, cuya fortaleza se hallaba en poder de PEDRO ALFONSO DE ORELLANA, caballero del linaje de Orellana, alcaide designado por el infante DON é acordó de e,nbiar una persona de quien fiaba al ,4lcaycle del castillo, por saber si lo entregaria al ¡9ev, y el Alcavde resportdió que lo no entregaria ti persona del mundo salvo al Rey de Navarra, ci quien tenia hecho ple~to é omnenage por ¿1, E des¿piel Re7- llegó ci cinco leguas de Peitafiel, tuandó al Doctor Diego Rodriguez de Valladolid con sus cartas é sobrecartas ir para el Alcayde del castillo, que llamnaban Gonzalo Gomez Zumel, que era un buen Caballero, mnandándole que entregase el castitlo al Rey, el qual gelo demnandó por parte del Rey, El se escusé diciendo que lo no debia dar ni daria. salvo al Rey de Navarra ti quien tenia hecho plevto memíage por él “Fernán PÉREZ 1)13 GUzMÁN, “Crónica de Juan II’, Crónicas de los Reyes de Castilla, II. op; cii; nota 44, Año 429, Cap. XXXI, y> 466 7~ibidcm ‘~~‘ Y hechos por el Doctor todos los actos que en Ial caso con venian, certificado que si mio emttregase la fortaleza quel Rey lo doria por traidor, lo qual visto por el Alcayde é tomados los testimonios que le paresció que le cumplian para guarda de su honra. aMé las puedas del castillo al Rey, ¿ rescibiólo con la re>’erencia que debia , Ibíde,n 970

ENRIQUE. Junto a este personaje se encontraba el corregidor de Trujillo, un criado de la infanta DOÑA CATALINA, bachiller de oficio, llamado GARCÍA SÁNCHEZ DE QUINCOcES, quien actuaba como auténtico tenente del castillo, suplantando incluso la autoridad del alcaide titular. La negativa descripción tísica y moral que ofrece la Crónica de don Álvaro de Luna sobre este individuo induce a pensar que las cualidades intrínsecas de la persona, completamente opuestas a las quedebían adornar a cualquier alcaide proíotipico’’ 3, presagiaban una forma de actuar concreta, así como el desenlace violento de los acontecimientostl4. Es evidente que la fuente mencionada fue escrita en clave de elogio hacia el condestable. Llegados a este punto, conviene recordar que muchas crónicas recogen someras semblanzas de alcaides, muy útiles a veces para comprender su comportamiento profesional. aunque deben manejarse con cierta cautela. A pesar de los requerimientos planteados por el condestable para que hiciesen entrega de la tbrtaleza, la actitud de ambos individuos siempre fue hostil y contraria a los intereses reales. Nuevamente, el pleito homenaje, prestado en este caso a la infanta DOÑA CATALINA, se convertía en piedra de toque de todo el entramado, pues los tenentes se consideraban imposibilitados para restituir el castillo en virtud del pacto suscrito con sus senores, mientras que DON ÁLVARO DE LUNA esgrimía como argumento central la obligación que tenían con el rey de Castilla, su señor natural, y apelaba al carácter de hombre versado en leyes que se suponía al bachiller, quien en virtud de su formación debía ser más respetuoso con los principios de Ja justicia real. Las fuentes que recogen el episodio reproducen el diálogo entablado entre el bachiller y el condestable, así como el escenario concreto en el que se desarrollaron los hechos’75. 7),- E aria quedado puesto por el ynfaníe por alcaide del castillo un bachiller, honbre bollicioso, menospreciador de tos mnandamientos del Rey, grande de cuerpo, y non de pequeñ[o esfuer~o, alborotador del pueblo, e muy arrebatado en la fabla - . .‘ - Gonzalo CttAcÓN, Crónica de don Álvaro de Luna .., op; cit; nota 44, Año 1429, Cap. XXVII, pp. 102-103. ‘~... E el alcayde se le pensó descabullir, e cotno era valiente, hontre de mucha fuerza, sacudió recio al Condestablc-, e dexóle las Irtangas de la ropa en las manos, Eston~es el nuestro capitán dexóle por aquella parte que lo tenía, e abra~óse con él, e vinieron amos a tierra. Como quiera que el alcayde tenía mnuchafuerQa, el Condestable que era mucho mañoso, cayó en~itna dél; e el alcayde con la grandfuer~a e ,-alentia revolviéndose, venían amnos rodando por el otero El alférez quando aquello tUn, acorrió lo mdv quepudo, e los honbres de anuas que estaban en la hennita no menos E quando los del canil/o que estaban mirando la fabla, vieron al su alca’cde derribado, y en las manos del Condestable, co¡nien~an a lan~ar del castillo tat,tas piedras que pares«ian lluvia, e saetas, las quales no venían a muenor peligro del st¡ alcayde que del Condestable ,.. E conto llegaron los suyos, echaron mnnno del alcavde, e algunos quisieran mnalferir e mnaltraher al alcaide, por le fallar assí asido e trabado con el Condestable; mas el Condestable lo ferió de toda ferida e mal tratamiento, e tomnólo, é tráxolo así preso consigo, e así lo llebó a los sus caballeros, e a todos los grandes que venían con él a114 los quales no sabían cosa de aquel fecho, e todos fueron alegres e no poco espantados de tal acahesómniento ... Los del castillo, vevendo assí preso al alcaide, luego trataron de le dar la fortaleza, e los de la villa con ellos, e el nuestro capitán se apodede la villa e castillo..,, - - Ibídem,,, Cap. XXVIII, y>. 109. - E por aqueso el Condestable, después que se ovo levantado, le comnenzó a decir que entregase aquella ,illa e castillo al Rn- su señor, e a ¿len su nonbre, e que faría lo que debía, e qt¿e él temía manera cómno el Re~ lefiziese maercedes, 971

ENRIQUE. Junto a este personaje se encontraba el corregidor <strong>de</strong> Trujillo, un criado <strong>de</strong> <strong>la</strong> infanta DOÑA<br />

CATALINA, bachiller <strong>de</strong> oficio, l<strong>la</strong>mado GARCÍA SÁNCHEZ DE QUINCOcES, quien actuaba como<br />

auténtico tenente <strong>de</strong>l castillo, sup<strong>la</strong>ntando incluso <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong>l alcai<strong>de</strong> titu<strong>la</strong>r. La negativa<br />

<strong>de</strong>scripción tísica y moral que ofrece <strong>la</strong> Crónica <strong>de</strong> don Álvaro <strong>de</strong> Luna sobre este individuo induce<br />

a pensar que <strong>la</strong>s cualida<strong>de</strong>s intrínsecas <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona, completamente opuestas a <strong>la</strong>s que<strong>de</strong>bían adornar<br />

a cualquier alcai<strong>de</strong> proíotipico’’<br />

3, presagiaban una forma <strong>de</strong> actuar concreta, así como el <strong>de</strong>sen<strong>la</strong>ce<br />

violento <strong>de</strong> los acontecimientostl4. Es evi<strong>de</strong>nte que <strong>la</strong> fuente mencionada fue escrita en c<strong>la</strong>ve <strong>de</strong><br />

elogio hacia el con<strong>de</strong>stable. Llegados a este punto, conviene recordar que muchas crónicas recogen<br />

someras semb<strong>la</strong>nzas <strong>de</strong> alcai<strong>de</strong>s, muy útiles a veces para compren<strong>de</strong>r su comportamiento profesional.<br />

aunque <strong>de</strong>ben manejarse con cierta caute<strong>la</strong>.<br />

A pesar <strong>de</strong> los requerimientos p<strong>la</strong>nteados por el con<strong>de</strong>stable para que hiciesen entrega <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

tbrtaleza, <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong> ambos individuos siempre fue hostil y contraria a los intereses reales.<br />

Nuevamente, el pleito homenaje, prestado en este caso a <strong>la</strong> infanta DOÑA CATALINA, se convertía en<br />

piedra <strong>de</strong> toque <strong>de</strong> todo el entramado, pues los tenentes se consi<strong>de</strong>raban imposibilitados para restituir<br />

el castillo en virtud <strong>de</strong>l pacto suscrito con sus senores, mientras que DON ÁLVARO DE LUNA esgrimía<br />

como argumento central <strong>la</strong> obligación que tenían con el rey <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>, su señor natural, y ape<strong>la</strong>ba<br />

al carácter <strong>de</strong> hombre versado en leyes que se suponía al bachiller, quien en virtud <strong>de</strong> su formación<br />

<strong>de</strong>bía ser más respetuoso con los principios <strong>de</strong> Ja justicia real. Las fuentes que recogen el episodio<br />

reproducen el diálogo entab<strong>la</strong>do entre el bachiller y el con<strong>de</strong>stable, así como el escenario concreto en<br />

el que se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>ron los hechos’75.<br />

7),-<br />

E aria quedado puesto por el ynfaníe por alcai<strong>de</strong> <strong>de</strong>l castillo un bachiller, honbre bollicioso, menospreciador <strong>de</strong><br />

tos mnandamientos <strong>de</strong>l Rey, gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> cuerpo, y non <strong>de</strong> pequeñ[o esfuer~o, alborotador <strong>de</strong>l pueblo, e muy arrebatado en <strong>la</strong><br />

fab<strong>la</strong> - . .‘ - Gonzalo CttAcÓN, Crónica <strong>de</strong> don Álvaro <strong>de</strong> Luna .., op; cit; nota 44, Año 1429, Cap. XXVII, pp. 102-103.<br />

‘~... E el alcay<strong>de</strong> se le pensó <strong>de</strong>scabullir, e cotno era valiente, hontre <strong>de</strong> mucha fuerza, sacudió recio al Con<strong>de</strong>stablc-,<br />

e <strong>de</strong>xóle <strong>la</strong>s Irtangas <strong>de</strong> <strong>la</strong> ropa en <strong>la</strong>s manos, Eston~es el nuestro capitán <strong>de</strong>xóle por aquel<strong>la</strong> <strong>parte</strong> que lo tenía, e abra~óse<br />

con él, e vinieron amos a tierra. Como quiera que el alcay<strong>de</strong> tenía mnuchafuerQa, el Con<strong>de</strong>stable que era mucho mañoso, cayó<br />

en~itna dél; e el alcay<strong>de</strong> con <strong>la</strong> grandfuer~a e ,-alentia revolviéndose, venían amnos rodando por el otero El alférez quando<br />

aquello tUn, acorrió lo mdv quepudo, e los honbres <strong>de</strong> anuas que estaban en <strong>la</strong> hennita no menos E quando los <strong>de</strong>l canil/o<br />

que estaban mirando <strong>la</strong> fab<strong>la</strong>, vieron al su alca’c<strong>de</strong> <strong>de</strong>rribado, y en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>stable, co¡nien~an a <strong>la</strong>n~ar <strong>de</strong>l castillo<br />

tat,tas piedras que pares«ian lluvia, e saetas, <strong>la</strong>s quales no venían a muenor peligro <strong>de</strong>l st¡ alcay<strong>de</strong> que <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>stable ,.. E<br />

conto llegaron los suyos, echaron mnnno <strong>de</strong>l alcav<strong>de</strong>, e algunos quisieran mnalferir e mnaltraher al alcai<strong>de</strong>, por le fal<strong>la</strong>r assí asido<br />

e trabado con el Con<strong>de</strong>stable; mas el Con<strong>de</strong>stable lo ferió <strong>de</strong> toda ferida e mal tratamiento, e tomnólo, é tráxolo así preso<br />

consigo, e así lo llebó a los sus caballeros, e a todos los gran<strong>de</strong>s que venían con él a114 los quales no sabían cosa <strong>de</strong> aquel<br />

fecho, e todos fueron alegres e no poco espantados <strong>de</strong> tal acahesómniento ... Los <strong>de</strong>l castillo, vevendo assí preso al alcai<strong>de</strong>,<br />

luego trataron <strong>de</strong> le dar <strong>la</strong> fortaleza, e los <strong>de</strong> <strong>la</strong> vil<strong>la</strong> con ellos, e el nuestro capitán se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> <strong>la</strong> vil<strong>la</strong> e castillo..,, - -<br />

Ibí<strong>de</strong>m,,, Cap. XXVIII, y>. 109.<br />

- E por aqueso el Con<strong>de</strong>stable, <strong>de</strong>spués que se ovo levantado, le comnenzó a <strong>de</strong>cir que entregase aquel<strong>la</strong> ,il<strong>la</strong> e<br />

castillo al Rn- su señor, e a ¿len su nonbre, e que faría lo que <strong>de</strong>bía, e qt¿e él temía manera cómno el Re~ lefiziese maerce<strong>de</strong>s,<br />

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