MIURAS Parte 11 - Fiestabrava
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MIURA - 2002<br />
sintiéndose bien a gusto, naciendo con<br />
armonía el prodigio una vez que el toro recibió<br />
con gran estilo el primer y único puyazo, para<br />
seguir escribiendo con Raúl una de las<br />
páginas más gloriosas del toreo en México y<br />
el mundo; un solo puyazo, porque Raúl quería<br />
la gloria y se dio cuenta de que todo el poder<br />
de Comanche era una fuente inagotable de<br />
acrisolada bravura.<br />
El tercio de banderillas puso una nota<br />
más de garbo y elegancia al son de la<br />
excepcional bravura de Comanche,<br />
agitándose con fiereza para enfrentar con<br />
alegría lo que para los mansos es suplicio y<br />
que él solamente lo sintió cuando los<br />
veterinarios se echaban sobre sus heridas<br />
para curárselas. Pero en la plaza pedía pelea,<br />
metiendo la cabeza en el engaño, haciendo<br />
girar su cuello al par que Raúl, erguido y dominador,<br />
corría la mano derecha en ceñidos<br />
muletazos, yendo y viniendo Comanche con<br />
preciosista armonía.<br />
Y toda la faena inolvidable la protagonizaron<br />
los dos en los medios, porque los<br />
toros bravos y nobles y para el artista las tablas<br />
no existen, porque son terrenos, refugio y huía<br />
de los mansos y de los diestros mediocres.<br />
Es cuando en el centro de la plaza, como eje<br />
del dinámo biológico del astado y espiritual<br />
del torero, gira enbobinándose el hilo admirable<br />
cargado de electricidad de doble signo,<br />
atrayéndose el ímpetu de la bravura con el<br />
espíritu del lidiador, llegando la fuerza emotiva<br />
al corazón de todos los espectadores.<br />
Fue una faena inmortal, inenarrable,<br />
esa que hace que el público, como aglutinando<br />
un solo resorte, le hace estar de pie, envuelto<br />
en la seda bordada de las grandes<br />
efemérides, coreando al unísono las series<br />
ligadas, dentro de la más pura ortodoxia,<br />
acabadas con magistrales pases de pecho,<br />
armarrándose en cada uno la continuidad, al<br />
compás del fervoroso entusiasmo... y los tendidos<br />
se inmacularon de blancos pañuelos<br />
pidiendo el indulto y todos los apéndices para<br />
Raúl García, con verdaderos alaridos,<br />
cubriendo la plaza de sombreros y mil<br />
378<br />
prendas... para quedar consagrado como<br />
figura máxima del toreo... y el toro, detenido<br />
ante la puerta de toriles, sin querer abandonar<br />
la plaza, compartiendo los aplausos con<br />
el rey del arte que lo inmortalizó...<br />
¡Comanche tenía sangre de Miura!<br />
1966: En 1966, se lidiaron diez corridas de<br />
toros y una de novillos, de don Eduardo II<br />
Miura.<br />
Siete toros destacaron en la<br />
temporada de 1966. Fueron los llamados<br />
Zapatero, Judío, Defensor, Bocanegra,<br />
Jilguero, Pistolillo y Corsario. Este último<br />
se lidió en la corrida de Linares que torearon<br />
mano a mano el Pireo y Antonio Fuentes. Los<br />
dos toreros triunfaron apoteósicamente.<br />
Fuentes de manera especial y en total<br />
cortaron diez orejas y dos rabos.<br />
El (06-04-1966): Este servidor de ustedes,<br />
amables lectores, no tuvo ascendencia<br />
que recordarle a don Eduardo II Miura para<br />
que me dejase entrar en su célebre cortijo<br />
Zahariche, y, sin embargo, después de haber<br />
dominado, acariciado y curado a su toro, de<br />
nombre Indiano, el primer toro que se dejó<br />
llegar por un veterinario en su propio potrero,<br />
el ganadero dijo poco más o menos lo mismo<br />
a don Enrique Vila:<br />
-«Doctor Zaldívar, aquí está su casa y<br />
su ganadería para lo que guste.» Y así lo<br />
cumplió hasta el año de su muerte y lo siguen<br />
cumpliendo sus singulares hijos, cada vez<br />
que desde México voy a España y hago la<br />
ritual y espiritual visita a tan célebre ganadería,<br />
la «Meca de la Bravura.»<br />
Después de Belmonte, muchos<br />
toreros cogieron los cuernos por la mazorca<br />
a los toros de Miura. Esta hazaña que, al<br />
tiempo de su afectividad por vez primera,<br />
había de considerarse legendaria, llegaría con<br />
el tiempo a ser repudiada por los públicos en<br />
España. Muy pocas veces se consiente a un<br />
torero que tome de los cuernos a un toro, sea<br />
éste Miura o no, sin que brote un aire de protesta.<br />
Cincuenta y dos años, es decir, en 1966<br />
(6 de abril) después, un profesional veterina-