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MIURAS Parte 11 - Fiestabrava

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arranca cuando, en su potrero de Santo<br />

Domingo (San Luis Potosí), gustaba sentir el<br />

vitalizante frescor que en las dehesas<br />

mexicanas regala la sombra de un mexquite,<br />

esos que crecen al pie de las bardas de piedra<br />

y que se quedó triste y sola cuando salió hacia<br />

su incierto destino... pero su bravura y nobleza<br />

ejemplares le permitieron regresar a su<br />

querencia fresca y soñadora, para complacer<br />

aquellas agitaciones hormonales que<br />

circulaban por su sangre al olfatear a<br />

kilómetros de distancia la presencia de vacas<br />

a veces enamorados del tufillo que salía<br />

de aquellos potreros de machos en celibato.<br />

Conocer una ganadería a través de la<br />

historia de uno de sus toros tendrá siempre<br />

un atractivo especial. Una tarde, un cronista<br />

taurino, los dos hermanos Labastida y él,<br />

intentaron una y otra vez que Comanche se<br />

quedara en posición de ser fotografiado, pero<br />

era imposible... el astado, como una prueba<br />

de su nítida bravura, no daba la cara, y como<br />

con humildad, propia de la nobleza, se marchaba<br />

lentamente... y allá se iba a su hogar<br />

bajo el mezquite.»<br />

Una mañana, probablemente también<br />

de 1965, amaneció Comanche visiblemente<br />

inquieto... reburdeaba, olfateaba el aire que le<br />

llegaba del potrero «El Poderoso» y levantaba<br />

la cabeza para impregnarse mejor su<br />

sensible pituitaria de aquellos aromas de celos<br />

lejanos que desprendían una punta de vacas<br />

que el mayoral Gonzalo estaba trasladando a<br />

otro potrero.<br />

Y el cronista acepta haber sentido lástima<br />

de que los profundos anhelos del toro no<br />

se realizaran. La vida aparentemente<br />

solemne, pero de dictador celibato, es realmente<br />

cruel para estos seminaristas<br />

singulares y únicos, y si ciertamente pastan<br />

tranquilos y sin agobios de hambres, su destino,<br />

como el de todos los seres vivos, es<br />

morir, pero en las plazas, dejando sangre,<br />

sentidos y las admirables virtudes biológicas<br />

de un ser sensacional. En el libro de registros<br />

de la ganadería, esos que son accesibles a<br />

muy pocos afortunados, está la historia de<br />

MIURA - 2002<br />

Comanche. No podía ser mejor, era<br />

sensacional. Su reata, una de las mejores de<br />

la ganadería de Santo Domingo. Las notas<br />

de la tienta con sobresaliente. Doña Olga<br />

Meade, la señora viuda del inolvidable don<br />

Manuel Labastida Peña, forjador de la divisa,<br />

nos relata: «Manuel tenía mucha fe en este<br />

cruce. El toro desciende de la famosa vacada<br />

de Miura que ligó muy bien aquí en la casa...<br />

Acaso le venía el pelo de la ancestral hembra<br />

miureña. Era ella colorada, chorreada en<br />

verdugo. Pero los caracteres, aunque sean<br />

predominantes, casi nunca se transmiten<br />

puros. Por eso Comanche tenía el pelo<br />

modificado por la influencia del padre.<br />

La tarde de la corrida yo estaba<br />

deseando que saliera al ruedo. Cuando supe<br />

que le había tocado a Raúl García -su tío, el<br />

buen torero Gregorio García, nació y se crió<br />

en Santo Domingo, junto a los toros de don<br />

Manuel Labastida-, me alegré. No es<br />

precisamente Raúl García un torero estilista,<br />

pero de alardes de estilos ya estamos hartos...<br />

Lo que era una garantía es que Raúl se<br />

iba a arrimar al toro...<br />

Y salió al sol de la plaza México<br />

Comanche... al poco que ya quedaba porque<br />

se estaba embebiendo en el ocaso y sólo<br />

brillaba en las alturas. En esa hora al borde<br />

crepuscular en la que Juan Belmonte hacía<br />

sus faenas dramáticas se acercamiento<br />

espiritual y se entregaba de lleno al placer de<br />

torear... y, curiosamente, el toro salió abanto,<br />

pero dobló en seguida y aceptó bordarse en<br />

el primer capote que se le brindó. Y le salió al<br />

encuentro Raúl, fuera de las tablas, donde se<br />

funden los horizontes, y se instaló el asombro<br />

en los corazones emocionados de los aficionados.<br />

Del torero heroico y de entrega, se<br />

transformó de repente en una estela de<br />

verónicas mágicas, de la chicuelina, de la<br />

gaonera...<br />

Instintivamente y sin que nadie se detuviera<br />

a reflexionarlo, lo que el diestro<br />

mexicano estaba realizando era por orden<br />

anímica de la grandeza del toro y ambos se<br />

entendieron desde que se acercaron,<br />

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