MIURAS Parte 11 - Fiestabrava

picador de toros Francisco Fuentes, nacido
en El Puerto de Santa María el (26-04-1852).
El (08-06-1890) hizo su presentación
en Madrid en corrida de ocho toros, cuatro de
don Féliz Gómez y cuatro del conde de la Patilla,
para Lagartijo, Currito, Ángel Pastor y
Centeno. Figuró en la cuadrilla de este último
y en las de Currito, Hermosilla, de Espartero
y Bonarillo.
1889: El 30 de mayo, el toro de nombre
Neblino, del ganado de Miura, lidiado en Madrid
el citado día, en la corrida en que tomó la
alternativa Julio Aparici (Fabrilo).
El 24 de junio, el toro de Miura, de
nombre Cogetero, lidiado en Barcelona el
citado día 24, dio dos cornadas de gravedad
en la pantorrilla y en el muslo derechos a
Emilio Torres (Bombita) al estoquearle éste.
El 21 de agosto, el toro de nombre
Ventanero, del ganado de Miura, lidiado en
Bilbao el día señalado, tomó dos varas, derribó
a los picadores Agujetas y Matacán, y
después de dar una caída al descubierto a
Badila, fue desafiado por éste, que se levantó
y se dirigió a él para quebrarle a cuerpo limpio.
Lo mató Luis Mazzantini.
1890: El 1 de enero, el picador José Bayard y
Cortés (Badila), sufrió el percance más grave
de su vida. Le sucedió en Montevideo el
día citado, picando al toro de don Eduardo I
Miura -en aquellos años se lidiaban miureños
en Hispanoamérica-, de nombre Cigarrero
II, que le dio una terrible caída; se golpeó la
cabeza contra las tablas, fue pisado por el
caballos junto al ojo y sufrió una grave conmoción
visceral producida con la perilla de la
silla. Aunque durante algunas horas tuvo en
peligro su vida, once días después volvió a
trabajar.
El año 1890 fue aciágo para Antonio
Sánchez (Tato). Un día de ese año, un aguacil
y un escribiente, ambos del Juzgado de
Sevilla, se personaron en el Barrio de San
Bernardo, en la humilde casa de Antonio
Sánchez, aquél que décadas atrás fuera
MIURA - 2002
famoso torero sevillano, inutilizado para la
profesión por la cornada que le infirió en Madrid
el (07-06-1869), el toro de nombre Peregrino,
de don Vicente Martínez, a consecuencia
de la cual hubo necesidad de amputarle la
pierna derecha.
El Tato, que había vivido muchos años
con el producto de sus economías, hacía ya
tiempo que se le habían acabado sus recursos
y, el ayer ídolo popular, era en 1890 un hombre
atribulado por la miseria al que sus amigos
más cercanos habían vuelto la espalda. El
casero lo había desahuciado por la falta de
pago del alquiler de la modesta vivienda que
habitaba y los citados funcionarios venían a
proceder al embargo de sus muebles y a que
desalojara la vivienda. Cuando ya habián
comenzado a escribir las primeras diligencias,
un desconocido irrumpió en la estancia, pagó
todas las deudas y dejó encima de la mesa
un abultado fajo de billetes. El Tato no daba
crédito a sus ojos. No conocía de nada a aquél
señor y le preguntó emocionado a qué se
debía aquello. El misterioso personaje, por
toda contestación, le mostró un telegrama
expedido en Córdoba, donde Antonio Sánchez
pudo leer lo que sigue:
«Preséntate casa Tato: paga sus deudas.
Déjale 2000 pesetas. Yo enviaré más.
Lagartijo.» A el Tato se le inundaron los ojos
de lágrimas -como en estos instante a este
autor-... pero ninguno de «Los Campanilleros»
apareció esos días para ayudar a su paisano
sevillano... Él fue figura cuando Rafael Molina
(Lagartijo) hacía sus primeros pinitos de
matador de toros. El Califa toreaba aquella
aciaga tarde en que su compañero perdió la
pierna y fue él quien acabó de certero
descabello con la vida de Peregrino. El Tato,
como recordará el lector, le regaló el estoque
de sus famosas estocadas.
Rafael Molina (Lagartijo) siempre le
tuvo ley. Y volvió a meter su capote solidario,
no para cederle un generoso quite, sino la
mejor de sus faenas en Sevilla. Ahora sí que
debieron los campanilleros echar al aire el
repique de sus campanillas; aunque de
351