MIURAS Parte 11 - Fiestabrava
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MIURA - 2002<br />
conversaciones que de toros y caballos, etcétera,<br />
sobre todo alimentándose de la exquisita<br />
afición taurina de los señores de Miura,<br />
su afición creció sin límites.<br />
Muy jovencillo fue vaquero en la<br />
misma Casa, y pronto caballista, comenzando<br />
a tentar, como su padre y su abuelo,<br />
pasando seguidamente a ser mayoral... de la<br />
ganadería brava más famosa del mundo.<br />
Pero sus ambiciones le hicieron irse alejando<br />
del ambiente campero.<br />
Quiso ser matador y logró un buen resultado<br />
en el primer ensayo realizado en Dos<br />
Hermanas (Sevilla), presentándose como<br />
novillero el (06-08-1905), en la plaza de la Real<br />
Maestranza de Sevilla, alternando con Joaquín<br />
Capa (Capita) y Trini Pérez (Machaquito<br />
de Sevilla), matando novillos de los señores<br />
Collante y Bustillo... pero definitivamente se<br />
convenció que «eso» no era lo suyo.<br />
Pasó de inmediato a ser picador muy<br />
solicitado, adquiriendo gran renombre. Toreó<br />
con los mejores matadores de su época,<br />
llevando una vida intensa de trabajo y éxitos,<br />
estando al lado o en cuadrillas de muchos<br />
matadores de toros, entre ellas en la de<br />
Domingo González (Dominguín), a quien<br />
acompañó a México, y con Juan Luis de la<br />
Rosa, Nicanor Villalta, Mariano Rodríguez<br />
(Armillita Chico), y con Curro Caro. Falleció<br />
en Madrid en los últimos días de octubre de<br />
1937.<br />
Pepe Díaz fue un picador excelente;<br />
como caballista, formidable, al igual que todos<br />
los vaqueros de la Casa Miura; ejecutaba la<br />
suerte de picar con una elgría, una elegancia<br />
y un arte de estilo depuradísimo; valiente sin<br />
excesos, nunca castigó a los toros lo que<br />
quieren, desean y aún exigen los matadores.<br />
1882: El 13 de julio, se lidiaron en Madrid dos<br />
notables cornúpetos de la torada de don Antonio<br />
I Miura, el primero, Capachito, recibió<br />
<strong>11</strong> varas, derribó siete veces a los picadores<br />
y mató dos caballos; y, el segundo, Majano I<br />
recibió 12 varas y mató seis caballos.<br />
348<br />
El 14 de julio, fue lidiado en Madrid el<br />
toro de la ganadería de don Antonio I Miura,<br />
de nombre Majano II, que tomó 14 varas y<br />
dejó para el arrastre seis caballos.<br />
1883: El 19 de abril, Rafael Molina (Lagartijo),<br />
obtuvo el último éxito grande y fue la penúltima<br />
corrida en la Real Maestranza de Sevilla.<br />
«Al matutino paseo de caballos se unió<br />
la exhibición de cosmoramas, títeres y<br />
aerostáticos. Por la tarde, a plaza llena, desfilaron<br />
Rafael Molina (Lagartijo) y Salvador<br />
Sánchez Povedano (Frascuelo) al frente de<br />
sus cuadrillas, que estaban integradas por<br />
nombres tan destacados como Fernando<br />
Gómez (Gallo) -el padre de Rafael y Joselito-<br />
; Juan Molina -hermano de Lagartijo-; Pablo<br />
Herráiz, Regaterín, Manene y Valentín, entre<br />
los de zapatillas de lazo, y a los famosos hermanos<br />
Calderón, El Chuchi y Prieto, entre los<br />
de mona y castoreño.<br />
En los chiqueros aguardaban seis<br />
buenos mozos de origen cabrereño de la<br />
divisa sevillana de don Ildefonso Núñez de<br />
Prado. Con ellos, Frascuelo y Lagartijo,<br />
estrellas ambas de igual magnitud, escribieron<br />
esa tarde una página de oro para los anales<br />
de la Real Maestranza... pues Doña<br />
Competencia mostró su tercio de quites<br />
pletóricos de encantos para el júbilo de los<br />
aficionados: a una larga con sello cordobés,<br />
siguió un airoso recorte de acento granadino:<br />
a una caricia en el testuz, un arriesgado<br />
desplante...<br />
El azul-plata del terno lagartijero<br />
alcanzó su máximo esplendor ante la sotana<br />
cárdena del burel corrido en tercer lugar,<br />
Cainito de nombre, corniapretado y meleno,<br />
al que un soberbio volapié del Primer Califa<br />
tiró patas arriba para convertir el albero<br />
sevillano en una alfombra de sombreros y<br />
cigarros puros. Esa tarde los lagartijistas gozaron<br />
a sus anchas con el fino estilismo de<br />
su ídolo sin escuchar otras campanas que el<br />
repique de gloria que su imaginación puso en<br />
las de la Mezquita y la Torre de la Vela (Santi<br />
Ortiz, Sevilla-2000).