Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa - Inicio
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o tres ocasiones le pareció notar unas puntas <strong>de</strong> ironía, y acaso no se equivocase; pues en las<br />
ciuda<strong>de</strong>s pequeñas, don<strong>de</strong> ningún suceso se olvida ni borra, don<strong>de</strong> gira perpetuamente la<br />
conversación sobre los mismos asuntos, don<strong>de</strong> se abulta lo nimio y lo grave adquiere<br />
proporciones épicas, a menudo tiene una muchacha perdida la fama antes que la honra, y<br />
ligerezas insignificantes, glosadas y censuradas años y años, llevan a su autora con palma al<br />
sepulcro. A<strong>de</strong>más, las señoritas <strong>de</strong> la Lage, por su alcurnia, por los humos aristocráticos <strong>de</strong> su<br />
padre, y la especie <strong>de</strong> aureola con que pretendía ro<strong>de</strong>arlas, por su belleza, eran blanco <strong>de</strong><br />
bastantes envidillas y murmuraciones: cuando no se las motejaba <strong>de</strong> orgullosas, se recurría a<br />
tacharlas <strong>de</strong> coquetas.<br />
Lucía el Casino entre su maltratado mueblaje un caduco sofá <strong>de</strong> gutapercha, gala <strong>de</strong>l gabinete <strong>de</strong><br />
lectura: sofá que pudiera llamarse tribuna <strong>de</strong> los maldicientes, pues allí se reunían tres <strong>de</strong> las más<br />
afiladas tijeras que han cortado sayos en el mundo, triunvirato digno <strong>de</strong> más <strong>de</strong>tenido bosquejo y<br />
en el cual <strong>de</strong>scollaba un personaje eminentísimo, maestro en la ciencia <strong>de</strong>l mal saber. Así como<br />
los eruditos se precian <strong>de</strong> no ignorar la más mínima particularidad concerniente a remotas épocas<br />
históricas, este sujeto se jactaba <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cir, sin errar punto ni coma, lo que disfrutaban <strong>de</strong><br />
renta, lo que comían, lo que hablaban y hasta lo que pensaban las veinte o treinta familias <strong>de</strong> viso<br />
que encerraba el recinto <strong>de</strong> Santiago. Hombre era para pronunciar con suma formalidad y gran<br />
reposo:<br />
- Ayer, en casa <strong>de</strong> la Lage, se han puesto en la mesa dos principios: croquetas y carne estofada.<br />
La ensalada fue <strong>de</strong> coliflor, y a los postres se sirvió carne <strong>de</strong> membrillo <strong>de</strong> las monjas.<br />
Comprobada la exactitud <strong>de</strong> tales pormenores, resultaban rigurosamente ciertos.<br />
Tan bien informado individuo consiguió encen<strong>de</strong>r más recelos en el ánimo <strong>de</strong>l suspicaz señor <strong>de</strong><br />
<strong>Ulloa</strong>, bastándole para ello unas cuantas palabritas, <strong>de</strong> ésas que tomadas al pie <strong>de</strong> la letra no<br />
llevan malicia alguna, pero vistas al trasluz pue<strong>de</strong>n significarlo todo... Encomiando el salero <strong>de</strong><br />
Rita, y la hermosura <strong>de</strong> Rita, y la buena conformación anatómica <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> Rita, añadió<br />
como al <strong>de</strong>scuido:<br />
- Es una muchacha <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n... Y aquí difícilmente le saldría novio. Las chicas por el<br />
estilo <strong>de</strong> Rita siempre encuentran su media naranja en un forastero.<br />
- XI -<br />
Hacía un mes que don Manuel <strong>Pardo</strong> se preguntaba a sí mismo: «¿Cuándo se <strong>de</strong>terminará el<br />
rapaz a pedirme a Rita?»<br />
Que se la pediría, no lo dudó un momento. La situación <strong>de</strong>l marqués en aquella casa era<br />
tácitamente la <strong>de</strong>l novio aceptado. <strong>Los</strong> amigos <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> la Lage se permitían alusiones<br />
<strong>de</strong>sembozadas a la próxima boda; los criados, en la cocina, calculaban ya a cuánto ascen<strong>de</strong>ría la<br />
propineja nupcial. Al recogerse, sus hermanas daban matraca a Rita. A todas horas reían<br />
fraternalmente con el primo y una ráfaga <strong>de</strong> alegría juvenil trocaba la vetusta casa en alborotada<br />
pajarera.<br />
Descabezaba una tar<strong>de</strong> la siesta el marqués, cuando llamaron a la puerta con gran<strong>de</strong>s palmadas.<br />
Abrió: era Rita, en chambra, con un pañuelo <strong>de</strong> seda atado a lo curro, luciendo su hermosa<br />
garganta <strong>de</strong>scubierta. Blandía en la diestra un plumero enorme, y parecía una guapísima criada<br />
<strong>de</strong> servir, semejanza que lejos <strong>de</strong> repeler al marqués, le hizo hervir la sangre con mayor ímpetu.<br />
Sofocada y risueña la muchacha echaba lumbres por ojos, boca y mejillas.<br />
-¿Perucho? ¿Peruchón?<br />
-¿Ritiña, Ritona? - contestó don Pedro <strong>de</strong>vorándola con el mirar.<br />
- Dicen las chicas que vengas... Estamos muy enfaenadas arreglando el <strong>de</strong>sván, don<strong>de</strong> hay todos<br />
los trastos <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>l abuelo. Parece que se encuentran allí cosas fenomenales.<br />
- Y yo ¿para qué os sirvo? Supongo que no me mandaréis barrer.<br />
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