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Los Pazos de Ulloa Emilia Pardo Baz
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- Los Pazos de Ulloa están allí -
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siempre... Hace reír a las piedras
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Reparó el capellán que estas pala
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- Como una cuba - murmuró el marqu
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- Ponga el chocolate ahí - dijo a
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antiguo; de lo que esté muy estrop
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lograban pasar a las de doña Micae
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de un hombre que mandaba allí como
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Y al pronunciar estas palabras, vol
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al lado del altar mayor muy engalan
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preocupados a los revolucionarios d
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- Siempre, hombre, siempre - contes
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- A ver cómo lo cuidas... - gritó
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-¿Por qué no pone otro mayordomo?
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- Tampoco hay burra - objetó el ca
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-¡Marró! - exclamó el señorito
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prevenir alojamiento al forastero y
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- X - Y en efecto, le fueron enseñ
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permitió jamás juntarme con las s
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o tres ocasiones le pareció notar
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don Pedro, y mientras Rita le plant
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las demás chicas les daría algo a
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Quedaban migajas, no muy añejas a
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conjurado; las cosas en orden, la s
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Los altercados de don Pedro con su
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una especie de murmullo o secreteo
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primavera! Al pensarlo, felicitába
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- Es su ahijado, su ahijado - se ap
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los señores de Ulloa sintieron la
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y a la vez y en las dos mejillas si
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Julián no contestó. Sus reflexion
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puede pensar de otro modo; usted ti
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con temblor general de su cuerpo, a
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tenemos, sana y salva. Ha costado t
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lo otro... Julián se limitaba a de
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oca, desdentada y húmeda como cora
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«Soy un majadero, un Juan Lanas. N
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de la escalera, dominaba Julián la
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ajito, queriendo hablar y pedir mis
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donde las pisadas retumbaban sordam
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cocina Primitivo y el ratón, y los
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un cristiano, me tumbo así (con pe
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ondadores se detendrá en su carrer
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Pasó tras el biombo otra vez, y Ju
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el mefítico ambiente de las intrig
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- Sí señor, sí señor... - repus
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dulce e inefable sonrisa, y entonce
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mismo amo, robándole en la venta d
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El arcipreste, muy grave, sorbió e
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cráneo, que empezaba a solidificar
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no decir abominables traiciones, de
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Tuerto de Castrodorna hizo asomar a
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- XXVII - La persona en quien se no
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- Quiero marcharme. Llevarme a mi n
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Julián quiso objetar algo; ¿qué?
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No hizo caso Primitivo. Dialogaba c
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celeridad y no arredrarse ante obst
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ey a despertar y a llorar, llorar,
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esignada de la Imitación ha vuelto
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«Aquí hacen las cenizas de Primit
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- Anda, tontiña. Remanga la falda
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A la vista del hermoso meteoro, apr
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marrano sin cebar, magro y peludo a
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deplora achaques de sus nietos, res
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Esto del nacer, y del morir, y del
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- No sé a qué he de tener miedo.
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Un perro, ladrando hostilmente, se
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- No toma sino polvo... Está más
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mayoral, por el olor desagradable d
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pelo encasquetada hasta la nuca, al
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- Veremos... Usted no se va a la po
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- No, no, mire usted que tengo buen
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menos blandura, y aun le cascaban l
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ostro en la almohada de su lecho, y
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insistió, le pusieron de patitas f
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no de filosofía ya, sino de cienci
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¿soy el mismo que cuando salí del
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habrá usted echado en cara a los f
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- Pero más buena moza, no despreci
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En vez de fruncir el ceño el artil
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solía pedirle estrechas cuentas; d
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fortaleza, por el grosor de los mur
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- Y... ¿qué tal mi sobrina Manuel
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forastero... Sí, ¡buenos refresco
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ejercitar la letra, cartas y más c
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Sabel empezaba a soltarse los cordo
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- Ya tengo - pensó Gabriel al volv
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Parose la muchacha, y agarrándose
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-¡Ay, chiquilla! Te engañas de me
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un hierro ardiendo el sitio donde d
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preciosa, que no sé: dicen que has
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clase de hierba nunca muere... Que
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garbanzos, el estofado de carne con
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Y no influía en este modo de proce
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Él se alejaba despacio. De repente
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sangrarlas. Encendió un fósforo y
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de los escarabajos, y en la negra c
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- Page 225 and 226: cabeza como el novillo cuando embis
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- Page 229 and 230: agonizar sola y oculta. Balanceaba
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- Page 241 and 242: - Es muy hermosísima, sí señor;
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